“Considerando que la ordenación de mujeres
es una excepción al modelo bíblico del liderazgo masculino, vamos a “dejar
nuestras hermenéutica y teología sin compromisos”.
La tercera opción sugiere que al
considerar la ordenación de mujeres siendo una excepción al modelo bíblico de
liderazgo masculino y una adaptación de un ideal de organización, más que una absoluta
recomendación a la ordenación de mujeres, vamos a "dejar nuestras
hermenéutica y teología sin compromisos." Pero la adaptación de
la enseñanza bíblica propuesta por la tercera opción, sería un quebrantamiento
grave de los principios de interpretación utilizados actualmente por la Iglesia
Adventista del Séptimo Día. Si bien es posible que en ocasiones adaptemos las
prácticas para armonizar con el significado del texto bíblico, la tercera
opción sostiene que a veces es necesario adaptar una práctica en contradicción
con el significado del texto. En concreto, la tercera opción recomienda que las
mujeres puedan ser ordenadas como ancianos/pastores en contradicción con su
propia creencia de que 1ª Timoteo 2 y 3 enseñan que el ideal de Dios, o Su
voluntad "preferida" , es tener "un varón en el oficio de
anciano".
Algunos afirman que debido a que Pablo
prohíbe a las mujeres enseñar y nosotros como Iglesia lo permitimos, nosotros
ya adaptamos mandamientos divinos no esenciales. Pero la Biblia no prohíbe a
las mujeres toda la enseñanza. Por el contrario, se mencionan mujeres que
participan tanto en la enseñanza (Hechos 18:26; Tito 2:3-5) como en el
profetizar (1ª Corintios 11:5; 14:3). Ellen White está de acuerdo, instando a una
mujer con dones oratorios:
"Diríjase
al multitud cada vez que pueda".[1]
Pablo, por lo tanto, no podría haber estado dando una prohibición general en la
enseñanza.
Al decir, "No permito a la mujer
enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre" (1ª Timoteo 2:12), Pablo
vincula la enseñanza prohibida, con la autoridad sobre el hombre. A pocos
versículos más adelante, él identifica la autoridad de cual habla. Él la pasa
de forma natural a las calificaciones para ancianos, un oficio de la Iglesia
que recibe delegada autoridad en la Iglesia por elección o nombramiento, y es
reconocido públicamente por la ordenación. Pablo especifica que este oficio debe
ser ocupado por un hombre que es, "apto para enseñar" (1ª Timoteo
3:2; ver también Tito 1:9). La prohibición dada a las mujeres, entonces, era
sólo que no podían asumir la autoridad de enseñanza que pertenece al anciano/ pastor.
No debemos pensar que hemos ido adaptando la instrucción bíblica cuando se
anima a las mujeres a enseñar o predicar en diversos entornos; pueden hacerlo
siempre y cuando no usurpan la autoridad que pertenece a la anciano/pastor
ordenado. Esta actitud humilde, no disruptiva hacia la autoridad de la Iglesia
se describe en el texto como aprendizaje "en quietud".
Este ejemplo demuestra que los Adventistas
no aceptan de inmediato el significado superficial de un texto antes de
considerar primero el contexto interno y externo, y todas las pruebas
inspiradas sobre el tema. Aun así, esto no es una adaptación de los mandatos
bíblicos, como es descrita por la tercera opción. Más bien, usamos sólidos
principios de interpretación bíblica (la hermenéutica) para llegar al
significado intencional del autor, teniendo cuidado para no sacar una
conclusión que estaría en contradicción con el claro sentido del texto bíblico.
Aquí es donde el enfoque del grupo pro-ordenación (el Grupo 2) falla. Después
de aplicar sus principios hermenéuticos, llegan a un significado que es muy
diferente a la simple lectura de la Biblia sobre el tema. Al determinar el
significado de la Biblia, ellos a veces parecen dar mayor peso a su
reconstrucción histórica de lo que el texto bíblico dice en realidad. El error
de enfoque de la tercera opción, sin embargo, es diferente. Mientras que
aparecen llegar a un significado apropiado del texto, ellos luego dan permiso
para ignorarlo, cuando no es un mandato moral. Esto es igualmente peligroso. El
lector simplemente no tiene la autoridad para determinar cuál instrucción
bíblica obedecer y cuál dejar de lado.
La garantía dada por la tercera opción
que van a, "dejar nuestra hermenéutica no comprometida", simplemente
no es verdad. El tipo de adaptación que ellos proponen, no representa la
práctica actual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Creemos que la única
conducta segura, consiste en seguir lo que la tercera opción lama, la
"preferencia" de Dios, según es revelada en la Biblia, en todos los
asuntos de fe y práctica.
La
Tercera Opción afirma - #4:
“La calificación
de género del anciano es una característica entre muchas, y por lo tanto, no
debería considerarse en un sentido más absoluto que las otras calificaciones.”
La tercera
opción describe la "masculinidad" como siendo sólo uno de los muchos
requisitos de un anciano. Por lo tanto, se concluye que no hay que destacar la
masculinidad como necesaria, cuando las otras calificaciones no siempre son
tratadas de esta manera. Esto no es cierto, por lo menos por tres razones: (1)
ser hombre no es técnicamente una calificación, sino un atributo intrínseco de
un anciano; (2) ser hombre es absoluto; no se mide en grados como son los
títulos listados de un anciano; y (3) ser varón es necesario no sólo para
cumplir con los requisitos, sino también para armonizar con la prohibición
contra las mujeres de tener autoridad sobre los hombres que figuran en el
capítulo anterior, 1ª Timoteo 2. Ahora vamos a echar un vistazo más de cerca a
cada una de estas tres razones.
En 1ª Timoteo 3, la masculinidad no es
técnicamente una cualificación sino una suposición. Ser el "marido de una
sola mujer", es una cualificación. Ser "el que gobierna bien su
casa", es una cualificación. Pero ser hombre, es algo asumido en el texto.
Es un prerrequisito para la calificación. No es probable que una mujer diga:
"Quiero un marido que sea amable, cariñoso y varón", porque se supone que un marido es varón. Lo mismo
sucede con la suposición de Pablo de un anciano varón. Para ser "marido de
una sola mujer", debes ser varón. Para ser el que "gobierna"
bien su casa, que debes tener la responsabilidad de gobernar la casa dada al
sacerdote y líder espiritual de la casa. Por lo tanto, ser varón no es tanto
una calificación de un anciano sino un requerimiento previo incluso a ser
elegible para su consideración.
Es cierto que vivimos en un mundo menos
que ideal. Esto nos hace elegir ancianos que no cumplan todos los ideales de
los requisitos bíblicos. Algunos son menos "templados" que otros,
algunos son más o menos "suaves", otros más o menos
"hospitalarios", etc. Estas calificaciones se miden en grados; y
donde se involucran grados, no es seguro para nosotros trazar líneas arbitrarias.
Esto, sin embargo, no es así, con el requisito de género. Los hombres no son
más o menos varones. El género no se mide en grados. El género es una clara
condición inequívoca para poder servir como anciano/pastor, que no nos deja
lugar a malentendidos. Cuando las prohibiciones se miden en grados, debemos dar
espacio a la conciencia individual. Cuando la prohibición no es ambigua, sin
embargo, debemos trazar la línea en el mismo lugar donde la traza la Escritura.
Hacer lo contrario sería desobedecer una orden clara de Dios.
La tercera razón por la cual la masculinidad
no se puede considerar una de muchas cualificaciones, es que las calificaciones
del anciano fueron presentadas dentro de un contexto más amplio. Ellas son
enumeradas a pocos versículos después de la prohibición de apóstol Pablo en 1ª
Timoteo 2:12, donde dice, "no permito a la mujer enseñar, ni ejercer
autoridad sobre el hombre". El anciano, es el mismo que debe ser,
"apto para enseñar" (1ª Timoteo 3:2) con la autoridad dada el
nombramiento o la elección de la iglesia, y reconocida públicamente mediante la
ordenación. Por lo tanto, el carácter masculino del anciano, en el capítulo 3
("marido de una sola mujer" y "el que gobierna bien su
casa"), no es sólo una de las muchas cualificaciones flexibles. Más bien, el lenguaje específico de género,
del capítulo 3, es necesario para estar en armonía con la prohibición del
apóstol Pablo en el capítulo 2, de que las mujeres no deben enseñar en posición
de autoridad oficial de la iglesia, ocupada por el anciano/pastor. El lenguaje
de Pablo no comunica flexibilidad, de tipo, "sugiero que la mujer...",
sino más bien, "no permito que la mujer…". Y él apóstol basa este
mandato, no en la cultura o simplemente en las circunstancias locales, sino en
el orden de la Creación y la posterior caída de Adán y Eva (ver 1ª Timoteo
2:13,14).
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Lo qué vas a elegir, puede ser tu destino eterno |
“El papel actual de ‘anciano local’, es equivalente
al papel bíblico de ‘diácono’.”
A nivel gramatical, ¿como vinculas que la autoridad de enseñanza de 1 Timoteo 2:11-12 es solo para los Ancianos?
ResponderEliminarNo entiendo su pregunta. ¿La puede reformular? Gracias.
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