EL EVANGELIO DE TOLERANCIA
vs DISCIPLINA EN LA IGLESIA
El “evangelio de
tolerancia”, es un intento mundano para ganar almas y mantenerlos en la Iglesia
a pesar de sus pecados. Aquellos que creen en este evangelio de moda, sostienen
que más personas se unen a la Iglesia y permanecen en ella, si en lugar de
"juzgar a la gente",
simplemente "los aceptamos tal como
son".
Este “evangelio”,
es predicado más fuerte cuando un miembro se levanta para “ofender” a los demás, militando para y defendiendo la disciplina en
la Iglesia.
La falsa base “bíblica”
para este “nuevo evangelio moderno”, es la declaración de Cristo en el Sermón
del Monte:
"No juzguéis, para que no seáis juzgados." Mateo 7:1
Los que han
aceptado el “evangelio de tolerancia”, insisten en que no es correcto que la Iglesia
discipline a nadie. Dado que solo un Dios infalible puede juzgar realmente a alguien,
los defensores del nuevo "evangelio" dicen que aquellos que insisten en
disciplinar a un hermano en la fe son hipócritas, o fariseos, porque
ellos también son pecadores, al igual que el al que están juzgando.
Los Adventistas del Séptimo Día que
encuentran este “evangelio de tolerancia” atractivo, lo visten en las palabras
de Ellen White. Ellos encuentran apoyo en el comentario de la Hna. White al
Sermón del Monte:
"Cristo aquí no da a nadie la libertad para
juzgar a los demás. En el Sermón del Monte, Él prohibió esto. Es prerrogativa
de Dios.” (Obreros Evangélicos, 519)
También ellos citan la
declaración de Ellen White en relación a la parábola de Cristo del trigo y la
cizaña (Mateo 13):
"La parábola de
Cristo nos enseña a ser humildes y a desconfiar de nosotros mismos, y a no
juzgar, ni condenar a los demás." (PVGM, 74)
En este artículo
vamos a examinar el “evangelio de tolerancia”, argumentando que es
inconsistente, contradictorio, y no-Bíblico, y vamos a ver más de cerca, Mateo 7:1
y las declaraciones de Ellen White, que a menudo se citan en apoyo a esta falsa
doctrina.
EL NUEVO EVANGELIO DE
TOLERANCIA
El “evangelio de
tolerancia” argumenta que muchas personas han dejado de venir a la Iglesia
principalmente porque los miembros son demasiado críticos. Para ser protectora,
la Iglesia debe ser tolerante. La tolerancia se compara con una mente abierta,
y la persona que se levanta en favor de las enseñanzas y las prácticas Bíblicas
es vista como un fanático. Por lo tanto, incluso si una persona está en el
camino equivocado, debemos no molestarla. La Iglesia no la debe disciplinar.
Hay algo de
verdad, por supuesto, en la observación de que los miembros de la Iglesia a
menudo son hipócritas y se precipitan al juzgar a sus herman@s cuando pecan.
Pero los defensores de este punto de vista se equivocan seriamente, cuando afirman
que es un error juzgar a las personas que están en error. Los que promueven y
creen en este “evangelio de tolerancia”, lo hacen por dos razones principales.
·
En primer lugar, lo confunden con el respeto, la
educación y la cortesía.
·
En segundo lugar, muy pocos entienden lo que es, la
verdadera tolerancia.
Confundir la Tolerancia con el
Respeto
El diccionario RAE define la tolerancia como; "Respeto a las
ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a
las propias.”
La tolerancia
genuina requiere que permitamos que la persona que defiende las creencias que
consideramos equivocadas, tenga derecho a hacerlo. En consecuencia, una persona
tolerante es aquella que es cortés y comprensiva, y no tiene prejuicios contra
otras personas o sus ideas y creencias, ni se entromete o impone sus puntos de
vista sobre los demás. La tolerancia, en este contexto, significa estar
libre de prejuicios y puntos de vista dogmáticos.
Este significado
de la tolerancia (conocido como "tolerancia cívica"), se puede
equiparar con el respeto. Es una de las virtudes consagradas en las leyes
constitucionales de las sociedades civilizadas y democráticas. Respetamos a las
personas que tienen creencias diferentes a las nuestras. Los tratamos con
cortesía y les permitimos expresar sus puntos de vista en discursos públicos,
aunque es posible que estemos en desacuerdo con ellos y luchemos enérgicamente
contra sus ideas en la plaza pública.
Pero mientras
que las personas tienen derecho a tener y expresar sus puntos de vista, el
respeto, o cortesía, no se debe confundir con el “evangelio de tolerancia”.
Hay una enorme
diferencia.
Mientras
que la tolerancia cívica sostiene que todas las personas deben ser respetadas y
sus opiniones deben obtener una audiencia cortés, el “evangelio de tolerancia”
va más lejos, al sostener que todos los puntos de vista y prácticas tienen
el mismo valor, mérito, o verdad.
Tolerar y respetar a las personas (tolerancia
cívica) se confunde con tolerar sus ideas y prácticas
(evangelio de tolerancia).
Según este falso
evangelio, ninguna idea o comportamiento pueden ser opuestas,
independientemente de la amabilidad, sin invitar a la acusación de ser
"crítico", "intolerante", "irrespetuoso", "fanático",
"extremista", o alguna otra dura acusación.
Lo que se
predica hoy mediante el “evangelio de tolerancia” no es tolerancia en
absoluto, sino una ideología de pluralismo en los sistemas de
creencias, el relativismo (todo vale) en la ética, y la permisividad en el
comportamiento.
La mayoría no se dan cuenta de que la idea de que
todos los puntos de vista y prácticas tienen igual valor, no sólo es falsa,
sino francamente absurda.
El sentido común
nos dice que algunos puntos de vista son claramente falsos y algunas prácticas
son claramente erróneas. No obstante, ninguna sociedad civil, de “mente abierta”
pretende tolerar todo tipo de ideas y comportamientos.
Si lo hiciera,
no habría necesidad de tribunales de justicia y policía para arbitrar entre las
pretensiones rivales. Existen en todas las sociedades, algunas creencias y
valores principales, que no son negociables.
Resulta anarquía cuando una sociedad no puede hacer
juicios sobre lo correcto e incorrecto.
Lo que es cierto en la sociedad, también es válido en
la Iglesia.
Ninguna iglesia Cristiana
puede aceptar legítimamente la permisividad en el comportamiento, o el
pluralismo de sus miembros en sus creencias.
Mientras que la Iglesia debe mostrar respeto a todas
las personas, la Iglesia también debe declarar que hay algunos puntos de vista
que son erróneos y algunas prácticas que no son moralmente aceptables.
La disciplina de
la Iglesia, es el medio que la Iglesia emplea para asegurar que los miembros no
pueden creer o hacer cualquier cosa que quieran. De lo contrario, ¿para
qué sería necesaria una iglesia?
Así que el “evangelio
de tolerancia” es insensato, si no herético, cuando confunde el respeto a las
personas, con la tolerancia a sus ideas y comportamiento.
Entender Mal el Significado
de la Tolerancia
La segunda razón
por la cual el “evangelio de tolerancia” es muy popular, es que pocos entienden
la verdadera naturaleza de la tolerancia.
Hoy en día, si
pensamos que las creencias o el comportamiento de alguien están mal, se nos
considera intolerantes, fanáticos, o de mente estrecha. Las opiniones morales
contrarias son etiquetados como, "imponer
tus opiniones a los demás”.
El problema es
que muchos de los que tiran las acusaciones de intolerancia, no entienden
completamente algunas ideas importantes que son inherentes al concepto de
tolerancia.
La
tolerancia no es pluralismo.
El “evangelio de
tolerancia” toma el hecho claramente observable de que existe una pluralidad de
puntos de vista, valores y prácticas en la sociedad, y llega a la conclusión
ilegitima de que a todos los puntos de vista se debe conceder el mismo
valor, o que no hay manera justificada de elegir entre ellos.
Da un salto en la lógica cuando sostiene desde
lo que es (la pluralidad de puntos de vista), a lo que debería ser
(el pluralismo de creencias y la ética).
En esta visión equivocada, cualquiera que intente
demostrar que hay una manera correcta y una manera incorrecta, es considerado
"dogmático" o "intolerante".
Pero mientras
que la tolerancia genuina admite que hay muchas afirmaciones que compiten en
las creencias y estilo de vida, nadie tolera exactamente todo.
¡Observa la reacción de los predicadores del “evangelio
de tolerancia” cuando alguien les roba sus pertenencias más valiosas o les
abusa a sus niños!
Todos hacemos juicios de valor sobre lo correcto o
incorrecto, de ciertas ideas y comportamientos, tanto si se trata de robar, matar,
guerra, aborto, pena capital, racismo, homosexualidad, divorcio y re-casamiento,
o pornografía, etc.
Dado que todo el
mundo sostiene que algunas cosas deben o no deben ser toleradas, la verdadera
cuestión no es si uno es tolerante, sino más bien lo que está incluido en la
lista de uno y por qué.
La tolerancia implica desacuerdo.
Hoy, lo único
que tenemos que hacer para ser considerados intolerantes, es estar en
desacuerdo con alguien, sobre todo en ciertos temas candentes.
Cuando
eso sucede, el “evangelio de tolerancia” etiqueta la expresión de opiniones
contrarias como, "imponer tus
opiniones a los demás".
Los que difieren
en ciertos aspectos, se consideran intolerantes y de mente estrecha.
La
verdad, sin embargo, es que no podemos tolerar a los demás, a no ser que no estamos
de acuerdo con ellos.
Nosotros
no toleramos las personas que comparten
nuestros puntos de vista.
No toleramos algo que aceptamos, o que nos resulta
indiferente, ya que no requiere nada de nosotros.
En
cambio, la tolerancia está reservada (la tenemos) para aquellos que pensamos
que están equivocados.
Desafortunadamente,
este elemento esencial de tolerancia-desacuerdo,
a menudo se pierde en el debate actual sobre la tolerancia.
Sobre la
mayoría de los predicadores del “evangelio
de tolerancia-¡no me juzgues!”, por ejemplo, no se puede decir con razón
que son tolerantes con respecto al comportamiento homosexual, ya que no se
oponen a ello.
Por definición, la tolerancia implica desacuerdo o
disgusto.
La tolerancia implica intolerancia.
Una paradoja que
a menudo se pasa por alto en el concepto de la tolerancia es que, en el fondo,
la tolerancia, es una especie de intolerancia. Dado que la tolerancia requiere
un desacuerdo y la objeción inicial, se deduce que la persona menos tolerante,
es la persona que acepta todo, porque esa persona no está obligada a superar
las objeciones internas.
Por consiguiente, no debemos dejarnos intimidar por la
etiqueta de, "intolerante".
La persona más
intolerante, es la que no tiene ninguna, o muy pocas, convicciones en general.
Irónicamente, el Cristiano creyente en la Biblia (el que sostiene "las
creencias dogmáticas") puede ser mucho más tolerante que sus atacadores,
ya que hay muchas otras cosas a las que la Biblia se opone.
La
tolerancia no es impotencia, o coerción.
Pero debido a que la tolerancia implica un cierto tipo
de intolerancia, esto no significa una falta de poder, o un abuso de poder. Si podríamos
hacer algo que es posible hacer, pero no tenemos poder para hacerlo, no seriamos
tolerantes, sino impotentes.
Mucho de lo que
hay bajo la mascarada de la tolerancia hoy, no es auténtica tolerancia en
absoluto, sino en realidad, cobardía y miedo a ser impopular a los ojos de
nuestra cultura relativista.
En el contexto de la disciplina en la Iglesia, muchas
iglesias así llamadas tolerantes, que no logran disciplinar a los miembros
descarriados, traicionan su impotencia o falta de columna vertebral. La
tolerancia genuina, siempre implica una restricción en el ejercicio prudente
del poder legítimo. Porque Dios ha investido la Iglesia con el poder de la
disciplina. (Mateo 18:15-18).
"A la Iglesia le ha sido conferida la potestad de
obrar en lugar de Cristo. Ella es el instrumento de Dios para conservación
del orden y de la disciplina entre Su pueblo. El Señor le delegó la
potestad de arreglar todas las cuestiones referentes a su
prosperidad, pureza y orden. A ella le incumbe la responsabilidad de excluir
de su comunión a los indignos, que por su conducta contraria a la de
Cristo deshonrarían la verdad. Todo cuanto haga la Iglesia, de acuerdo con
las direcciones dadas en la Palabra de Dios, será ratificado en el Cielo." (Obreros Evangélicos 518).
Por lo tanto, una Iglesia genuinamente tolerante, no
puede dejar de ejercer su autoridad dada por Dios para disciplinar a los
miembros descarriados. Este ejercicio puede tener un efecto curativo, o salvador
en la vida de los miembros.
"El Señor desea que los que le siguen ejerzan gran
cuidado en su trato mutuo. Han de elevar, restaurar y sanar. Pero no debe
haber en la Iglesia negligencia de la debida disciplina." (7TI 251)
Mientras que la tolerancia no es impotencia, la falta
del juicio en el ejercicio de poder, es abuso de poder. Si ejercemos nuestro
poder imponiendo nuestros puntos de vista (ya sea buenos o malos) a los demás,
no es sólo intolerancia, pero coerción.
Irónicamente las iglesias, las impotentes, que toleran
todo tipo de creencias y prácticas cuestionables, también tienden a ser las más
intolerantes hacia los miembros fieles que tratan de defender las
enseñanzas y los estilos de vida Bíblicos.
A pesar de que dicen ser de “mente abierta”, no siempre reciben con amabilidad
los puntos de vista Bíblicos opuestos.
Tal vez debería añadir entre paréntesis, que es por
eso que se ha convertido en un riesgo estos días para cualquiera que se levante
a cuestionar la legitimidad Bíblica de las ideologías que están invadiendo la
Iglesia, cosas tales como la alta crítica, la homosexualidad, el divorcio no
bíblico y el re-casamiento, la ordenación de las mujeres como pastores/ancianos,
la música rock, los estilos de adoración modernos (carismático-ecuménicos), etc.
Los que valientemente se levantan en contra de estas
prácticas, a menudo son vilipendiados, cuando no perseguidos, y no pocas veces
excluidos de la Iglesia. Y a veces es muy difícil que Adventistas fieles, sean
contratados o retenidos en empleo o funciones en la Iglesia, a pesar de que
pueden ser de los más calificados. Esta política es por lo general no escrita,
pero los que están familiarizados con varias situaciones, pueden dar testimonio
de la actitud intolerante hacia los que defienden la posición Bíblica en las
cuestiones ideológicas.
La tolerancia genuina, en contraste con el “evangelio
de tolerancia”, no es ni impotente ni coercitiva. Siempre implica una
restricción en el ejercicio prudente del poder legítimo. En la Iglesia, la
tolerancia genuina se manifiesta cuando se toleran todas las personas
en todas las circunstancias, de acuerdo al respeto y a la cortesía. Pero esta
tolerancia Cristiana, tolera (permite) sólo las creencias y comportamientos
que son bíblicamente aceptables.
Fin parte 1
¡No me juzgues! (Parte 2)
Excelente exposición. Deja en claro los problemas que estamos enfrentando
ResponderEliminarLa intolerancia que el mundo aduce es de la intolerancia de la permisividad y el libertinaje, dado que Dios cuestiona desde siempre la falsa moral y la controvertida ética, que es la generadora de tanto relativismo vacío como el autor del engaño
ResponderEliminarEXCELENTE, alerta de Centinelas y vigilantes para prevenir, alertar para SALVACION anunciadores a la casa de Israel, obedientes a Ezequiel 3:4,7,9,12,17,20 “…yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, mi palabra, y los amonestarás de mi parte. 18 Cuando yo diga al impío: “De cierto morirás”, si tú no lo amonestas ni le hablas, para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.”
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