UN VÁSTAGO DE LA TIERRA SECA
Muchos de nuestro pueblo serían encantados
ver el Mensaje de la Justicia de Cristo presentado como un concepto científico
riguroso, una ecuación bien formulada, una investigación completa, con inicio,
desarrollo y fin, cuya brillantez sea impactante, convencedora y que sorprenda
con su novedad, valor y fuerza. Muchos quisieran escuchar este mensaje expuesto
en unas pocas palabras, sucinto, breve (por no aburrirse con los detalles); Un
mensaje poderoso que haga milagros instantáneos en su vida (como un toque de
varita mágica). Sin embargo, tal cosa es imposible. Presentar un mensaje tan
amplio como a una breve definición, será restar toda la importancia a un
mensaje divino vital, imprescindible para la salvación; será recibir la falsa
impresión de que ya lo sabes todo, que ya lo habías escuchado antes y que es
algo repetitivo; será no percibir nada valioso ni brillante en ello, algo que
cambia radicalmente la visión sobre el misterio de la piedad.
Nadie puede admirar el magnífico edificio
de 1888 sin conocer antes mediante el estudio personal, cada componente, cada módulo,
cada detalle de la lucha que condujo a su elevación. 1888 es una mezcla de
aspectos de la verdad, aparentemente aislados y sin relación, plantados en la
infraestructura histórica de la lucha por la cual fueron revelados descubiertos
y aceptados, y cuales empiezan a demostrar su poder sólo cuando son descubiertos
al corazón mediante la obra personal del Espíritu Santo.
Es lo mismo que el nacimiento y la obra de
Cristo en la Tierra. Si un judío piadoso
y honesto nos pidiera hoy que describamos en pocas palabras el mensaje de Cristo
Jesús, ¿qué podríamos decirle? ¿Sería posible presentarle un “Evangelio rápido”,
sucinto y breve? No, en absoluto. Deberíamos comenzar con Moisés y todos los
profetas, y nos tomaría mucho tiempo para poner Sus dichos en el contexto
histórico de la lucha en la que Él fue empujado por la oposición de los dirigentes
de la iglesia de aquel tiempo.
Podríamos concentrar en pocas frases
algunas de las perlas de la predicación de Cristo pero esas serían completamente
sin sentido, o sin valor para el oyente. Se necesita una cierta disposición del
corazón para aceptar que de una tierra seca se puede conseguir un vástago
glorioso.
Para que el edificio glorioso del mensaje
de 1888 tenga un impacto real sobre el corazón de una persona, cada elemento
debe ser comprendido y apreciado mediante el estudio personal. No es un
producto listo embalado distribuido en el supermercado. La naturaleza humana
de Cristo, el Santuario y el propósito de Dios para el alma humana, el Día de Expiación y su significado en la Gran Controversia, el papel de la Ley, el
origen de la victoria de Cristo sobre cada pecado, el carácter de Dios y los
verdaderos conflictos de la Gran Controversia, la naturaleza del pecado, la
naturaleza de la gloria de Dios, la segunda muerte y sus causas, el dónde y
cómo se hizo expiación por el pecado -todos estos son elementos vitales del Mensaje
de 1888, y solamente obtienen sentido cuando son comprendidos y percibidos en
el marco de los conflictos que suscitaron en la Iglesia cuando Dios lo envió a
través de Sus mensajeros escogidos: Alonzo T. Jones y Ellet J. Waggoner.
Todos estos componentes deben ser
recogidos del vasto tesoro de la verdad, que el Cielo ha escondido en la Biblia
y el Espíritu de Profecía. La mayoría de ellos han sido cubiertos por los
escombros de los errores de interpretación y necesitan un trabajo de restauración
antes que su brillo pueda impresionar a alguien. Este es el papel de los
embajadores de Cristo.
En este artículo daré un ejemplo de tal de
recuperación.
Un componente esencial del Mensaje de
1888, tal como se desarrolla en el mensaje del otro ángel de la Revelación 18,
es el papel de Dios en los grandes cataclismos planetarios y la luz que los
eventos finales arrojan sobre el carácter de Dios. Aunque todavía se
ve obligado a usar el lenguaje de la violencia con un pueblo inmaduro, el Señor
ha colocado alguna perla preciosa mediante las cuales llama la atención de Sus
seguidores sobre los riesgos de usar tal lenguaje. Él clarifica e ilumina
nuestros conceptos erróneos acerca de la ira de Dios, en palabras sencillas. Mira
cuán elegantemente se mueve el Señor de nuestra concepción de violencia
absoluta contra los malvados, a la
verdad de Su carácter no-violento:
“En
nuestro tiempo se está manifestando hacia Dios, un desprecio fuera de lo común.
Los hombres han alcanzado un punto de atrevimiento y desobediencia que
demuestra que la copa de su iniquidad está por rebosar. Muchos casi han
sobrepasado el límite de la gracia. Muy pronto, Dios va a mostrar que Él es en
verdad, Dios vivo. Él va a decir a Sus ángeles: ‘No combatid más los esfuerzos
de Satanás para destruir. Dejadlo cumplir su ira de muerte, contra los hijos de
desobediencia; porque su copa de iniquidad está llena. Ellos han avanzado de un
nivel de maldad a otro, añadiendo cada día a sus iniquidades. No voy a
interferir más para impedir al destructor hacer su obra’.” (RH, 17 septiembre,
1901)
Aquí está expuesta la hermosura de la Justicia
divina, en toda Su grandeza. ¿Cómo actúa el Dios viviente cuando es burlado, insultado
y rechazado? Él respeta el deseo de Sus hijos y no interfiere más en sus
asuntos. Se deja apartado, aunque Su corazón es entristecido de muerte al ver
los peligros que les esperan. Esto es lo que llamamos, “Su extraña obra” (Is
28:21). Cuando Dios es desterrado de los asuntos de los hombres, nada puede
impedir que el destructor realice sus planes. El siguiente párrafo nos dice cuáles
son Sus planes para nosotros:
“Este
tiempo está justo sobre nosotros. El Espíritu de Dios está siendo retirado de
la Tierra. Cuando el ángel de
la misericordia pliegue sus alas y parta, Satanás cometerá las acciones malvadas
que por largo tiempo ha deseado hacer. Tormenta y tempestad, guerra y
derramamiento de sangre –en estas cosas se deleita, y así reúne su cosecha.” (Id.)
Ahora viene lo más importante, porque la incomprensión
de este mecanismo, creará la situación más desesperada de la historia, y el
pueblo de Dios, debido a la falta de conocimiento de la Justicia de Cristo, se
aliará con los transgresores en la persecución de Cristo, representado por Sus
fieles seguidores. Escuchad:
“Y
los hombres serán engañados por él [por satanás] en forma tan perfecta, que
declararán que estas calamidades son el resultado de la profanación del primer
día de la semana. Desde los púlpitos de las iglesias populares se oirá la
declaración de que el mundo está siendo castigado debido a que el domingo no es
honrado como debiera serlo. Y los hombres no
necesitarán mucha imaginación para creer esto. Ellos son guiados por el
enemigo, y por lo tanto llegan a conclusiones que son completamente falsas.” (Id.)
¿Por qué no necesitará la gente un gran
esfuerzo mental para creer el engaño? Debido a que las iglesias, todas las
iglesias, han estado predicando por años, que Dios es el origen del desastre y
la destrucción planetaria, empezando con el Diluvio y terminando con el fuego
final. Pero todos estos, aprendices y maestros, son “conducidos por el enemigo”
y sólo pueden llegar a conclusiones falsas sobre el origen de los actos de
destrucción.
Por eso, la preciosísima perla, colocada
en el gran edificio del Mensaje de 1888, hace resplandecer la hermosura de la Justicia
de Cristo y la presenta “en conexión con la Ley [divina]”. Aquellos que reciban
la explicación del Cielo descrita en estos párrafos, estarán preparados para
dos misiones vitales: Podrán llamar al Remanente a la razón cuando ese se hunde
en una sutil adoración a Baal, y podrán advertir al mundo que se mantenga
alejado del vino de Babilonia, una mezcla embriagadora de lenguaje bíblico y ciencia
de los demonios.
Vivimos días en que en nuestros púlpitos
muchos están con la antorcha de la falsa profecía encendida de la llama
demoníaca de Satanás (TM, 407), y la mayoría se entusiasmará con su “hermosura celestial”.
Frente a un engaño tan fuerte, sólo
aquellos quienes han fortificado su corazón con el Mensaje de la Justicia de
Cristo, percibirán los finos alejamientos de la verdad, y encontrarán la fuerza
para resistirlos.
El Mensaje de 1888 es un vástago
de una tierra seca, pero su grandeza se demostrará en la clase de personas que
estarán dispuestos a recibir la Justicia eterna en el alma, incluso a precio de
su pérdida eterna.
claudio popa,
en Burgos,
05.09.2017
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