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jueves, 26 de febrero de 2015

¿LA TERCERA OPCIÓN? - parte 4

Tu posición... puede peligrar... tu salvación

         La Tercera Opción afirma - #5:
         El papel actual de ‘anciano local’, es equivalente al papel bíblico de ‘diácono’.”

         La Biblia no da dos listas separadas de calificaciones para el ministro ordenado y el anciano local. Sólo tiene una lista para el oficio de anciano/obispo/supervisor (Pedro y Juan, por ejemplo, se refieren a sí mismos como ancianos en 1ªPedro 5:1; 2ªJuan 1; 3ªJuan 1). Por lo tanto, la exigencia bíblica de que un anciano debe ser varón, se aplica tanto al ministro ordenado [pastor] como al anciano local. Sin embargo, aun reconociendo que la voluntad de Dios prefiere que el ministro ordenado sea varón, la tercera opción, sorprendentemente, supone que el caso del anciano local es diferente.
                La tercera opción introduce el tema del anciano local, afirmando que si la Iglesia tuviera que volver a reservar este oficio sólo para los hombres, eso "sería muy destructivo para la Iglesia y su unidad". Pero, ¿cómo pueden sus proponentes estar tan seguros? La verdad es que si la Escritura enseña que debemos reservar el papel del anciano local sólo para los hombres, entonces, "sería extremadamente destructivo para la Iglesia y su unidad" no obedecer la Biblia. De hecho, muchos dirían que la desunión actual existente en la Iglesia, sólo se ha intensificado por la decisión de 1984 de que las mujeres puedan ser ordenadas como ancianos locales. Sin embargo, la tercera opción asegura que el modelo bíblico de ancianos varones se refiere sólo a los ministros ordenados y no a los ancianos locales. Para sostener esta afirmación, ellos señala que la posición de anciano, "como se lleva a cabo actualmente en la mayoría de las congregaciones Adventistas del Séptimo Día locales, es en la práctica más afín a la oficina bíblica de diácono". Puesto que reconocemos mujeres diáconos o diaconisas, la tercera opción concluye que los ancianos locales también pueden ser mujeres.
         Esta lógica, sin embargo, es errónea por las siguientes importantes razones: (1) si el anciano local es equivalente a un diácono, entonces, el diácono no tiene ningún propósito bíblicamente designado; (2) los ancianos locales, a diferencia de los diáconos, a menudo cumplen el papel de pastor para sus congregaciones locales, ya sea que el pastor de es llamado a otro campo, o debido a su responsabilidad en muchas iglesias; y (3) en lugar de estar satisfechos con pastores que "cubran" todas las iglesias y con un papel reducido para los ancianos locales, deberíamos volver a los deberes bíblicos del ministro, anciano y diácono.

         La Tercera Opción afirma - #6:
         En base a los ‘principios bíblicos de libertad religiosa’, a todas las regiones de la Iglesia se les debe permitir hacer su propia decisión respecto a la ordenación de mujeres.”

         Basándose en los "principios bíblicos de libertad religiosa", la tercera opción propone que a cada región de la Iglesia que decide conscientemente a ordenar mujeres, se le debe permitir que lo hagan. Esto, sin embargo, es una mala aplicación del concepto de libertad religiosa. Los Adventistas del Séptimo Día llevan mucho tiempo siendo defensores para la causa de libertad religiosa. Nosotros creemos que todos son libres para adorar de acuerdo a sus propias conciencias. La gente puede ser Adventistas del Séptimo Día, o elegir no serlo, pueden elegir permanecer en la Iglesia, o abandonarla en cualquier momento. Pero la lealtad de la Iglesia debe ser a Dios y a Su Palabra, no a las diferentes convicciones individuales de sus miembros.
                Muchos ejemplos bíblicos ilustran el peligro de adoptar cambios en la práctica de la Iglesia basados únicamente en los deseos y las convicciones de los miembros de la Iglesia. A pesar de que toda la congregación clamaba para un cambio en el liderazgo, el esfuerzo de Aarón de honrar sus deseos haciendo un becerro de oro, se encontró con un ejemplar castigo (Éxodo 32). A pesar de los ruegos del pueblo a Saúl, de reservar animales para los sacrificios de las manadas de los amalecitas, su aceptación de ese plan, le llevó a ser rechazado por Dios (1ªSamuel 15). Pese a que toda la congregación pidió a voces un cambio en la estructura organizativa, a Coré y a los que estaban con él, se les negaron sus convicciones (Números 16).

         Quizás un ejemplo bíblico de mayor importancia, sin embargo, es el proceso positivo y el resultado del Concilio de Jerusalén (Hechos 15). La decisión tomada en este Concilio, se utiliza en repetidas ocasiones tanto en los puntos de vista pro-ordenación como por la tercera opción, para justificar que se permita que cada división o región de la Iglesia pueda elegir por sí misma, si debe o no ordenar mujeres. Refiriéndose al resultado final del Concilio para justificar sus ideas sobre las cuestiones de la Iglesia, tales como la ordenación de mujeres, la tercera opción sugiere: "La decisión, sin embargo tomada colectivamente, puede no requerir uniformidad de acción por parte de todos, así como el Concilio de Jerusalén permitió a los judíos y gentiles practicar la circuncisión y los rituales de diferentes maneras".
         Este argumento es categóricamente falso. La decisión del Concilio, en realidad, requería uniformidad de acción por parte de todos. La clave para entender esto, es primero recordar que la cuestión en Hechos 15 nunca fue si los judíos o los gentiles podrían ser circuncidados o no, sino si eso era un requisito necesario para la salvación (Hechos 15:1,5). Y aunque muchos creían firmemente que la circuncisión debe exigirse de los creyentes gentiles, el Concilio de Jerusalén se negó a cumplir sus convicciones. Por otra parte, esta decisión se aplicó a todos los creyentes, en todas partes, y en todos los casos. Absolutamente ninguna libertad religiosa, tal como es definida por la tercera opción, se le dio a los que querían exigir la circuncisión, o enseñar que era necesaria para la salvación.
         No se les permitió hacerlo, sino que estaban obligados por las decisión del Concilio de Jerusalén. Contrariamente a lo afirmado por la tercera opción, había en realidad "uniformidad de acción por parte de todas" las iglesias. A pesar de que, como indica Pablo, algunos creyentes judíos continuaron minando la decisión del Concilio, la cuestión nunca más fue traída de nuevo delante de los apóstoles y ancianos en la "Conferencia General" . Sea o no que los judíos o los gentiles, individualmente podrían elegir de forma privada a circuncidarse, es un asunto separado por completo, y eso nunca ha sido discutido en ningún Concilio. De este modo, Tito, para alcanzar a los gentiles, no fue circuncidado (Gálatas 2:3), mientras que Timoteo fue circuncidado, con el fin de facilitar la difusión del Evangelio a los judíos (Hechos 16:3).

         La cuestión de si debe o no ordenarse mujeres como ancianos o ministros, no es la misma que la elección personal de circuncidarse o no; no es una cuestión de convicción individual, ni tampoco de promover la misión. Puesto que la ordenación es un reconocimiento de la selección de una persona, por Dios, para un oficio particular en la Iglesia, la pregunta clave que debe responderse, es si la ordenación de mujeres en la obra de los ancianos y ministros es bíblica y es la voluntad de Dios o no. Así como la tercera opción reconoce, no hay ninguna base bíblica para esta práctica. Los patrones y las calificaciones bíblicas expresan la voluntad de Dios en el asunto, y es la responsabilidad de la Iglesia de enseñarlos y practicarlos.

                Muchos de nuestros propios miembros, cuyas convicciones difieren de las creencias sostenidas durante mucho tiempo por la Iglesia, están observando de cerca el debate actual en relación con la ordenación de mujeres. El uso de la libertad de conciencia, para dar forma a las creencias de la Iglesia y a las prácticas, podría abrir el camino a la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo, a la libertad académica de profesores de evolución en nuestras escuelas, y otras causas que pueden surgir en el futuro. Para muchos, estas cosas son una cuestión de conciencia, tanto como lo es la ordenación de mujeres. Pero incluso si las autoridades civiles comenzaron a requerir la ordenación de mujeres, con el pretexto de igualdad, no sería adecuado para la Iglesia a consentirlo. El tema de la homosexualidad ya está empezando a ejercer presiones y demandas similares y no debemos tener miedo de tomar una posición firme por la verdad de la Biblia, ya sea ahora o en el futuro.
Lo qué vas a elegir, puede ser tu destino eterno

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