martes, 5 de septiembre de 2017

La Justicia de Cristo (2)

“El Mensaje de la Justicia de Cristo ha de resonar de un extremo al otro de la Tierra, preparando el camino del Señor. Esta es la gloria de Dios, que termina la obra del tercer ángel.“ (6T, 19).



UN VÁSTAGO DE LA TIERRA SECA

Muchos de nuestro pueblo serían encantados ver el Mensaje de la Justicia de Cristo presentado como un concepto científico riguroso, una ecuación bien formulada, una investigación completa, con inicio, desarrollo y fin, cuya brillantez sea impactante, convencedora y que sorprenda con su novedad, valor y fuerza. Muchos quisieran escuchar este mensaje expuesto en unas pocas palabras, sucinto, breve (por no aburrirse con los detalles); Un mensaje poderoso que haga milagros instantáneos en su vida (como un toque de varita mágica). Sin embargo, tal cosa es imposible. Presentar un mensaje tan amplio como a una breve definición, será restar toda la importancia a un mensaje divino vital, imprescindible para la salvación; será recibir la falsa impresión de que ya lo sabes todo, que ya lo habías escuchado antes y que es algo repetitivo; será no percibir nada valioso ni brillante en ello, algo que cambia radicalmente la visión sobre el misterio de la piedad.
Nadie puede admirar el magnífico edificio de 1888 sin conocer antes mediante el estudio personal, cada componente, cada módulo, cada detalle de la lucha que condujo a su elevación. 1888 es una mezcla de aspectos de la verdad, aparentemente aislados y sin relación, plantados en la infraestructura histórica de la lucha por la cual fueron revelados descubiertos y aceptados, y cuales empiezan a demostrar su poder sólo cuando son descubiertos al corazón mediante la obra personal del Espíritu Santo.
Es lo mismo que el nacimiento y la obra de Cristo en  la Tierra. Si un judío piadoso y honesto nos pidiera hoy que describamos en pocas palabras el mensaje de Cristo Jesús, ¿qué podríamos decirle? ¿Sería posible presentarle un “Evangelio rápido”, sucinto y breve? No, en absoluto. Deberíamos comenzar con Moisés y todos los profetas, y nos tomaría mucho tiempo para poner Sus dichos en el contexto histórico de la lucha en la que Él fue empujado por la oposición de los dirigentes de la iglesia de aquel tiempo.
Podríamos concentrar en pocas frases algunas de las perlas de la predicación de Cristo pero esas serían completamente sin sentido, o sin valor para el oyente. Se necesita una cierta disposición del corazón para aceptar que de una tierra seca se puede conseguir un vástago glorioso.
Para que el edificio glorioso del mensaje de 1888 tenga un impacto real sobre el corazón de una persona, cada elemento debe ser comprendido y apreciado mediante el estudio personal. No es un producto listo embalado distribuido en el supermercado. La naturaleza humana de Cristo, el Santuario y el propósito de Dios para el alma humana, el Día de Expiación y su significado en la Gran Controversia, el papel de la Ley, el origen de la victoria de Cristo sobre cada pecado, el carácter de Dios y los verdaderos conflictos de la Gran Controversia, la naturaleza del pecado, la naturaleza de la gloria de Dios, la segunda muerte y sus causas, el dónde y cómo se hizo expiación por el pecado -todos estos son elementos vitales del Mensaje de 1888, y solamente obtienen sentido cuando son comprendidos y percibidos en el marco de los conflictos que suscitaron en la Iglesia cuando Dios lo envió a través de Sus mensajeros escogidos: Alonzo T. Jones y Ellet J. Waggoner.
Todos estos componentes deben ser recogidos del vasto tesoro de la verdad, que el Cielo ha escondido en la Biblia y el Espíritu de Profecía. La mayoría de ellos han sido cubiertos por los escombros de los errores de interpretación y necesitan un trabajo de restauración antes que su brillo pueda impresionar a alguien. Este es el papel de los embajadores de Cristo.
En este artículo daré un ejemplo de tal de recuperación.
Un componente esencial del Mensaje de 1888, tal como se desarrolla en el mensaje del otro ángel de la Revelación 18, es el papel de Dios en los grandes cataclismos planetarios y la luz que los eventos finales arrojan sobre el carácter de Dios. Aunque todavía se ve obligado a usar el lenguaje de la violencia con un pueblo inmaduro, el Señor ha colocado alguna perla preciosa mediante las cuales llama la atención de Sus seguidores sobre los riesgos de usar tal lenguaje. Él clarifica e ilumina nuestros conceptos erróneos acerca de la ira de Dios, en palabras sencillas. Mira cuán elegantemente se mueve el Señor de nuestra concepción de violencia absoluta contra los malvados, a  la verdad de Su carácter no-violento:
“En nuestro tiempo se está manifestando hacia Dios, un desprecio fuera de lo común. Los hombres han alcanzado un punto de atrevimiento y desobediencia que demuestra que la copa de su iniquidad está por rebosar. Muchos casi han sobrepasado el límite de la gracia. Muy pronto, Dios va a mostrar que Él es en verdad, Dios vivo. Él va a decir a Sus ángeles: ‘No combatid más los esfuerzos de Satanás para destruir. Dejadlo cumplir su ira de muerte, contra los hijos de desobediencia; porque su copa de iniquidad está llena. Ellos han avanzado de un nivel de maldad a otro, añadiendo cada día a sus iniquidades. No voy a interferir más para impedir al destructor hacer su obra’.” (RH, 17 septiembre, 1901)

Aquí está expuesta la hermosura de la Justicia divina, en toda Su grandeza. ¿Cómo actúa el Dios viviente cuando es burlado, insultado y rechazado? Él respeta el deseo de Sus hijos y no interfiere más en sus asuntos. Se deja apartado, aunque Su corazón es entristecido de muerte al ver los peligros que les esperan. Esto es lo que llamamos, “Su extraña obra” (Is 28:21). Cuando Dios es desterrado de los asuntos de los hombres, nada puede impedir que el destructor realice sus planes. El siguiente párrafo nos dice cuáles son Sus planes para nosotros:
“Este tiempo está justo sobre nosotros. El Espíritu de Dios está siendo retirado de la Tierra. Cuando el ángel de la misericordia pliegue sus alas y parta, Satanás cometerá las acciones malvadas que por largo tiempo ha deseado hacer. Tormenta y tempestad, guerra y derramamiento de sangre –en estas cosas se deleita, y así reúne su cosecha.” (Id.)

Ahora viene lo más importante, porque la incomprensión de este mecanismo, creará la situación más desesperada de la historia, y el pueblo de Dios, debido a la falta de conocimiento de la Justicia de Cristo, se aliará con los transgresores en la persecución de Cristo, representado por Sus fieles seguidores. Escuchad:
“Y los hombres serán engañados por él [por satanás] en forma tan perfecta, que declararán que estas calamidades son el resultado de la profanación del primer día de la semana. Desde los púlpitos de las iglesias populares se oirá la declaración de que el mundo está siendo castigado debido a que el domingo no es honrado como debiera serlo. Y los hombres no necesitarán mucha imaginación para creer esto. Ellos son guiados por el enemigo, y por lo tanto llegan a conclusiones que son completamente falsas.” (Id.)

¿Por qué no necesitará la gente un gran esfuerzo mental para creer el engaño? Debido a que las iglesias, todas las iglesias, han estado predicando por años, que Dios es el origen del desastre y la destrucción planetaria, empezando con el Diluvio y terminando con el fuego final. Pero todos estos, aprendices y maestros, son “conducidos por el enemigo” y sólo pueden llegar a conclusiones falsas sobre el origen de los actos de destrucción.
Por eso, la preciosísima perla, colocada en el gran edificio del Mensaje de 1888, hace resplandecer la hermosura de la Justicia de Cristo y la presenta “en conexión con la Ley [divina]”. Aquellos que reciban la explicación del Cielo descrita en estos párrafos, estarán preparados para dos misiones vitales: Podrán llamar al Remanente a la razón cuando ese se hunde en una sutil adoración a Baal, y podrán advertir al mundo que se mantenga alejado del vino de Babilonia, una mezcla embriagadora de lenguaje bíblico y ciencia de los demonios.
Vivimos días en que en nuestros púlpitos muchos están con la antorcha de la falsa profecía encendida de la llama demoníaca de Satanás (TM, 407), y la mayoría se entusiasmará con su “hermosura celestial”.
Frente a un engaño tan fuerte, sólo aquellos quienes han fortificado su corazón con el Mensaje de la Justicia de Cristo, percibirán los finos alejamientos de la verdad, y encontrarán la fuerza para resistirlos.
El Mensaje de 1888 es un vástago de una tierra seca, pero su grandeza se demostrará en la clase de personas que estarán dispuestos a recibir la Justicia eterna en el alma, incluso a precio de su pérdida eterna.

claudio popa,
en Burgos,
05.09.2017