jueves, 26 de febrero de 2015

¿LA TERCERA OPCIÓN? - parte 4

Tu posición... puede peligrar... tu salvación

         La Tercera Opción afirma - #5:
         El papel actual de ‘anciano local’, es equivalente al papel bíblico de ‘diácono’.”

         La Biblia no da dos listas separadas de calificaciones para el ministro ordenado y el anciano local. Sólo tiene una lista para el oficio de anciano/obispo/supervisor (Pedro y Juan, por ejemplo, se refieren a sí mismos como ancianos en 1ªPedro 5:1; 2ªJuan 1; 3ªJuan 1). Por lo tanto, la exigencia bíblica de que un anciano debe ser varón, se aplica tanto al ministro ordenado [pastor] como al anciano local. Sin embargo, aun reconociendo que la voluntad de Dios prefiere que el ministro ordenado sea varón, la tercera opción, sorprendentemente, supone que el caso del anciano local es diferente.
                La tercera opción introduce el tema del anciano local, afirmando que si la Iglesia tuviera que volver a reservar este oficio sólo para los hombres, eso "sería muy destructivo para la Iglesia y su unidad". Pero, ¿cómo pueden sus proponentes estar tan seguros? La verdad es que si la Escritura enseña que debemos reservar el papel del anciano local sólo para los hombres, entonces, "sería extremadamente destructivo para la Iglesia y su unidad" no obedecer la Biblia. De hecho, muchos dirían que la desunión actual existente en la Iglesia, sólo se ha intensificado por la decisión de 1984 de que las mujeres puedan ser ordenadas como ancianos locales. Sin embargo, la tercera opción asegura que el modelo bíblico de ancianos varones se refiere sólo a los ministros ordenados y no a los ancianos locales. Para sostener esta afirmación, ellos señala que la posición de anciano, "como se lleva a cabo actualmente en la mayoría de las congregaciones Adventistas del Séptimo Día locales, es en la práctica más afín a la oficina bíblica de diácono". Puesto que reconocemos mujeres diáconos o diaconisas, la tercera opción concluye que los ancianos locales también pueden ser mujeres.
         Esta lógica, sin embargo, es errónea por las siguientes importantes razones: (1) si el anciano local es equivalente a un diácono, entonces, el diácono no tiene ningún propósito bíblicamente designado; (2) los ancianos locales, a diferencia de los diáconos, a menudo cumplen el papel de pastor para sus congregaciones locales, ya sea que el pastor de es llamado a otro campo, o debido a su responsabilidad en muchas iglesias; y (3) en lugar de estar satisfechos con pastores que "cubran" todas las iglesias y con un papel reducido para los ancianos locales, deberíamos volver a los deberes bíblicos del ministro, anciano y diácono.

         La Tercera Opción afirma - #6:
         En base a los ‘principios bíblicos de libertad religiosa’, a todas las regiones de la Iglesia se les debe permitir hacer su propia decisión respecto a la ordenación de mujeres.”

         Basándose en los "principios bíblicos de libertad religiosa", la tercera opción propone que a cada región de la Iglesia que decide conscientemente a ordenar mujeres, se le debe permitir que lo hagan. Esto, sin embargo, es una mala aplicación del concepto de libertad religiosa. Los Adventistas del Séptimo Día llevan mucho tiempo siendo defensores para la causa de libertad religiosa. Nosotros creemos que todos son libres para adorar de acuerdo a sus propias conciencias. La gente puede ser Adventistas del Séptimo Día, o elegir no serlo, pueden elegir permanecer en la Iglesia, o abandonarla en cualquier momento. Pero la lealtad de la Iglesia debe ser a Dios y a Su Palabra, no a las diferentes convicciones individuales de sus miembros.
                Muchos ejemplos bíblicos ilustran el peligro de adoptar cambios en la práctica de la Iglesia basados únicamente en los deseos y las convicciones de los miembros de la Iglesia. A pesar de que toda la congregación clamaba para un cambio en el liderazgo, el esfuerzo de Aarón de honrar sus deseos haciendo un becerro de oro, se encontró con un ejemplar castigo (Éxodo 32). A pesar de los ruegos del pueblo a Saúl, de reservar animales para los sacrificios de las manadas de los amalecitas, su aceptación de ese plan, le llevó a ser rechazado por Dios (1ªSamuel 15). Pese a que toda la congregación pidió a voces un cambio en la estructura organizativa, a Coré y a los que estaban con él, se les negaron sus convicciones (Números 16).

         Quizás un ejemplo bíblico de mayor importancia, sin embargo, es el proceso positivo y el resultado del Concilio de Jerusalén (Hechos 15). La decisión tomada en este Concilio, se utiliza en repetidas ocasiones tanto en los puntos de vista pro-ordenación como por la tercera opción, para justificar que se permita que cada división o región de la Iglesia pueda elegir por sí misma, si debe o no ordenar mujeres. Refiriéndose al resultado final del Concilio para justificar sus ideas sobre las cuestiones de la Iglesia, tales como la ordenación de mujeres, la tercera opción sugiere: "La decisión, sin embargo tomada colectivamente, puede no requerir uniformidad de acción por parte de todos, así como el Concilio de Jerusalén permitió a los judíos y gentiles practicar la circuncisión y los rituales de diferentes maneras".
         Este argumento es categóricamente falso. La decisión del Concilio, en realidad, requería uniformidad de acción por parte de todos. La clave para entender esto, es primero recordar que la cuestión en Hechos 15 nunca fue si los judíos o los gentiles podrían ser circuncidados o no, sino si eso era un requisito necesario para la salvación (Hechos 15:1,5). Y aunque muchos creían firmemente que la circuncisión debe exigirse de los creyentes gentiles, el Concilio de Jerusalén se negó a cumplir sus convicciones. Por otra parte, esta decisión se aplicó a todos los creyentes, en todas partes, y en todos los casos. Absolutamente ninguna libertad religiosa, tal como es definida por la tercera opción, se le dio a los que querían exigir la circuncisión, o enseñar que era necesaria para la salvación.
         No se les permitió hacerlo, sino que estaban obligados por las decisión del Concilio de Jerusalén. Contrariamente a lo afirmado por la tercera opción, había en realidad "uniformidad de acción por parte de todas" las iglesias. A pesar de que, como indica Pablo, algunos creyentes judíos continuaron minando la decisión del Concilio, la cuestión nunca más fue traída de nuevo delante de los apóstoles y ancianos en la "Conferencia General" . Sea o no que los judíos o los gentiles, individualmente podrían elegir de forma privada a circuncidarse, es un asunto separado por completo, y eso nunca ha sido discutido en ningún Concilio. De este modo, Tito, para alcanzar a los gentiles, no fue circuncidado (Gálatas 2:3), mientras que Timoteo fue circuncidado, con el fin de facilitar la difusión del Evangelio a los judíos (Hechos 16:3).

         La cuestión de si debe o no ordenarse mujeres como ancianos o ministros, no es la misma que la elección personal de circuncidarse o no; no es una cuestión de convicción individual, ni tampoco de promover la misión. Puesto que la ordenación es un reconocimiento de la selección de una persona, por Dios, para un oficio particular en la Iglesia, la pregunta clave que debe responderse, es si la ordenación de mujeres en la obra de los ancianos y ministros es bíblica y es la voluntad de Dios o no. Así como la tercera opción reconoce, no hay ninguna base bíblica para esta práctica. Los patrones y las calificaciones bíblicas expresan la voluntad de Dios en el asunto, y es la responsabilidad de la Iglesia de enseñarlos y practicarlos.

                Muchos de nuestros propios miembros, cuyas convicciones difieren de las creencias sostenidas durante mucho tiempo por la Iglesia, están observando de cerca el debate actual en relación con la ordenación de mujeres. El uso de la libertad de conciencia, para dar forma a las creencias de la Iglesia y a las prácticas, podría abrir el camino a la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo, a la libertad académica de profesores de evolución en nuestras escuelas, y otras causas que pueden surgir en el futuro. Para muchos, estas cosas son una cuestión de conciencia, tanto como lo es la ordenación de mujeres. Pero incluso si las autoridades civiles comenzaron a requerir la ordenación de mujeres, con el pretexto de igualdad, no sería adecuado para la Iglesia a consentirlo. El tema de la homosexualidad ya está empezando a ejercer presiones y demandas similares y no debemos tener miedo de tomar una posición firme por la verdad de la Biblia, ya sea ahora o en el futuro.
Lo qué vas a elegir, puede ser tu destino eterno

martes, 24 de febrero de 2015

El Caballo de Troya

La fiesta de alegría de los teucros pronto iba a convertirse en su destrucción total.



         En uno de sus famosos poemas épicos, Homero describe el ingenioso dispositivo empleado por los griegos para conquistar la ciudad de Troya durante la guerra de Troya.
         Para permitir a los griegos entrar en la legendaria ciudad furtivamente, el maestro carpintero, Epeius, construyó un enorme caballo de madera, hueco. Según Homero, 100.000 soldados asediaban Troya. El asedio de diez años, terminó cuando los griegos ocultaron algunos soldados en el caballo y luego lo dejaron atrás, mientras pretendían retirarse. A pesar de la advertencia de Laocoonte[1], Sinon convenció a los troyanos traer el caballo dentro de las murallas de la ciudad. Por la noche el ejército griego volvió y los soldados que se habían escondido en el interior del caballo abrieron las puertas de la ciudad a sus camaradas. De esta manera Troya fue invadida con éxito y destruida.

         Aunque la guerra entre los griegos y la ciudad de Troya es generalmente considerado un hecho histórico, el episodio que trata con el Caballo de Troya ha sido considerado un relato mitológico. No obstante, a partir de esta epopeya podemos derivar algunas ilustraciones oportunas que son aplicables a la situación en que nuestra Iglesia se encuentra en la actualidad.

         Durante muchos años la Iglesia Adventista del Séptimo Día logró, con valentía y tenacidad, resistir a los terribles asaltos del enemigo. Los muros de la "ciudad santa", se mantuvieron inexpugnables. Pero en su determinación para conquistar y destruir la Iglesia de Dios, el príncipe de este mundo se ha comprometido a emplear inteligentes y mortales armas secretas.

         "No hay nada que el gran engañador teme más, como que vamos a descubrir sus estrategias." (CS, 506)

         Después de muchos intentos de conquistar la "Ciudad de Dios" aplicando el mismo tipo de acción engañosa empleada por los griegos, el gran adversario ha sido capaz de obtener sus fines introduciendo disimuladamente el Caballo de Troya del liberalismo dentro de los muros de Sión.

         Ahora que el liberalismo se ha convertido en operativo dentro de nuestra Iglesia, percibimos lo vulnerables que podemos ser a los asaltos de Satanás. Como Iglesia nos hemos inclinado a creer que nuestro mayor peligro de ser derrotados por las fuerzas del mal provendría de fuera. Mientras que podemos ser capaces de percibir claramente de sobre los muros de Sión lo que Satanás está haciendo para conquistar y destruir la Iglesia, no parecemos capaces de hacer mucho al respecto, estando firmemente contra los males que están desarrollándose insidiosamente, en medio de nosotros. Ellen White advierte:
         “Tenemos más que temer de enemigos internos que de externos”. (1MS, 142)

Los liberales no son malas personas

         Los que promueven el liberalismo en nuestras filas no son personas "malas". Son creyentes comprometidos. Muchos de ellos exhiben la belleza de las virtudes Cristianas en sus vidas. La mayoría de ellos aman la Iglesia y quieren compartir la fe y las certezas de nuestros antepasados, pero desafortunadamente, en la honestidad de sus intenciones, no los tienen. Ellos son incapaces de ver la singularidad de nuestro mensaje, el carácter distintivo de nuestra identidad, la dimensión escatológica de nuestra esperanza, o la urgencia de nuestra misión. Representando un amplio espectro de pensamiento religioso, ellos tratan de reinterpretar el pensamiento Adventista teológico tradicional, vistiendo algunas de nuestras viejas doctrinas, en lo que a ellos les parece ser nuevas y atractivas prendas semánticas.

         ¿Por qué defienden estas personas, puntos de vista liberales, entre nosotros? ¿Por qué están jugando ellos con tanto entusiasmo, el papel de apóstoles de cambio en nuestro sistema teológico?

         En primer lugar, a mí me parece que están muy ansiosos por descartar la etiqueta de "culto" que se ha utilizado tan ampliamente para caracterizar el Adventismo del Séptimo Día. Ellos anhelan ver nuestro Movimiento religioso convirtiéndose en una parte de lo que ellos consideran la “corriente principal del Cristianismo”. En su esfuerzo por alcanzar "respetabilidad" religiosa, relevancia en el mundo Cristiano, ellos sugieren la reinterpretación de algunos puntos de vista históricos de nuestra teología, que creen que son bíblicamente indefendibles.

         Aunque aceptan (todavía) algunos aspectos de nuestro carácter distintivo, como el Sábado y nuestros principios de salud, ellos creen que ha llegado el momento para una revisión de nuestro sistema teológico. En el incentivo de dicha revisión, algunos se sienten incómodos con el concepto de "Remanente", tal como fue entendido por los fundadores de nuestro movimiento. Ellos creen que toda la "mentalidad sectaria" debe ser rechazada como presuntuosa y arrogante.

         Otros liberales, en su esfuerzo por hacer nuestra teología más "relevante", cuestionan la integridad de la Doctrina del Santuario y unen sus voces con las de nuestros adversarios en esta materia. Ellos explican el ministerio de dos fases de Cristo en el Santuario celestial, como un dispositivo de “lavado de cara”, creado por los hnos. Edson, Crosier, y otros, para rescatar a nuestros pioneros del fracaso Millerista.

         Hay quienes están supuestamente alarmados acerca de lo que les parece ser excesivo material prestado por Ellen White de una variedad de fuentes. Mal guiados por ideas distorsionadas sobre la forma en que la inspiración funciona, ellos están dispuestos a cuestionar la validez de sus afirmaciones, rechazando su autoridad profética.[2]
        
         Algunos liberales definen nuestra escatología como un subproducto de la cultura norteamericana del siglo 19 y, como tal, merecedora de una sustancial reformulación. Ellos insisten en que después de 145 años de la proclamación, ya no podemos mantener la expectativa ferviente que impregnaba la Iglesia en sus años de formación.

         Los científicos liberales de la Iglesia, insisten en que la Doctrina de la Creación debe ser reevaluada en el contexto de la información y las hipótesis científicas actuales.
         Según varias fuentes[3], la obsesión por el cambio en las filas Adventistas del Séptimo Día tuvo sus inicios en los años 1950 y 1960, cuando nuestros estudiantes, en un número mucho mayor que antes, comenzaron a asistir a los Seminarios Teológicos y Universidades no Adventistas, en búsqueda de títulos avanzados. Algunos de esos estudiantes, a pesar de las circunstancias desfavorables, fueron capaces de preservar su experiencia religiosa y salieron fortalecidos en sus convicciones. Otros, influenciados por la crítica bíblica moderna y la teología liberal, remodelaron sus creencias. Al volver a sus iglesias como respetados pastores, y en nuestros centros educativos como renombrados maestros, empezaron a predicar y enseñar las doctrinas de demonios.

¿Qué se está obteniendo con esos intentos de cambio?

         ¿Qué estamos ganando con los intentos liberales para que nuestro mensaje sea más "digerible" para el mundo? Cuando se siembran tantas semillas de duda, incertidumbre y conflicto, ¿qué otra cosa se puede esperar? El liberalismo está cosechando lo que ha sembrado. Sembró la incredulidad, y está cosechando apostasías.

         Después de su insidiosa penetración dentro de las murallas de la “Ciudad de Dios”, el liberalismo, en sus diversas y muchas formas y aspectos, ha logrado abrir las puertas de la Iglesia a la invasión de otros males como, el pluralismo, el secularismo, el humanismo, el materialismo, el futurismo y preterismo, el feminismo, y otros “ismos”, que en su mayoría son totalmente desconocidos a la gran mayoría de los habitantes de la “Ciudad Santa”.

El Pluralismo

         Para atenuar las divergencias que estamos enfrentando, algunos estudiosos Adventistas, sugieren la adopción oficial del pluralismo teológico, la aceptación entre nosotros, de la convivencia pacífica de opiniones en conflicto, incluso en oposición.
         “No hablemos de doctrinas separadoras”; “unidad”; “libertad”; “amor en todo"; “no permitamos las divisiones”; son unos de los aforismos populares que inspiran a los eruditos pluralistas en su llamamiento para flexibilidad y apertura. Pero, ¿quién va a determinar lo que es esencial y lo que es negociable? ¿Los individuos, los ministerios independientes, las sociedades teológicas, el consejo anual, o la Iglesia en su conjunto, bajo la guía del Espíritu Santo? ¿Seríamos capaces de retener nuestra autocomprensión como último Movimiento profético de Dios, si fuéramos a fragmentar nuestras creencias, incluyendo en ellas los pensamientos de escuelas divergentes?
         Necesitamos unidad teológica en nuestra predicación y en nuestras publicaciones, pero sobre todo, necesitamos unidad en los departamentos teológicos de nuestros colegios y universidades, porque ahí es donde se preparan los nuevos predicadores Adventistas. Y afirmo, y tengo evidencias de que ninguna Escuela de Teología, bajo influencias pluralistas, sacudida por la confrontación de ideas, puede producir predicadores con fuertes convicciones. Sin predicadores que tienen certeza teológica, no hay poder en su predicación.

         La difusión exitosa del Evangelio en el mundo mediterráneo en la época de los apóstoles, amenazaba la unidad Cristiana. Las personas con antecedentes ampliamente divergentes (contrarios) fueron bautizados, trayendo en la iglesia algunos de los conceptos religiosos populares de la época. Por lo tanto, existía un peligro real de que las enseñanzas de la Iglesia se verían afectadas por el sincretismo[4]. Consciente de este peligro, Pablo exhortó a los Efesios para mantener la unidad. Ver Efesios 4:4-6. Pero, por supuesto, nunca les aconsejó abandonar la verdad, para mantener la unidad. Se trataba de mantener la unidad en la verdad.
         Dirigiéndose a "las iglesias de Galacia", el apóstol expresó su pesar por la forma en que los Gálatas, bajo influencias pluralistas, cambiaron de opinión y se apartaron de la gracia de Cristo, para seguir un evangelio "diferente" (Gálatas 1:6). ¿Estuvo Pablo de mente estrecha en su llamamiento a la unidad? Después de todo, los judíos Cristianos ciertamente predicaban la salvación por medio de Cristo. Ellos nunca negaron, hasta donde sabemos, que era necesario creer en Jesús como Mesías y Salvador. ¿Por qué entonces fue Pablo tan vehemente en su oposición a esta predicación judeocristiana? Porque los judaizantes, insidiosamente distorsionaban el Evangelio de Cristo, lanzando a los creyentes en un estado de confusión mental y espiritual. A riesgo real de ser etiquetado como intransigente, Pablo exhortó a los Gálatas no prestar atención a esos mensajeros que, alegando la autoridad eclesiástica, atentaban contra la paz y la unidad que existía entre los santos.

Vamos a aprender de la experiencia Metodista

         El Metodismo en nuestros días es conocido por su amplio abanico de creencias. Sus clérigos tienen libertad para suscribirse a diferentes escuelas de interpretación bíblica. Los intentos para definir una doctrina metodista básica se han enfrentado a mucha oposición, y la teología metodista se volvió sorprendentemente divorciada de su propia tradición. Las personas que quieren ser aceptadas como miembros de la iglesia, ya no necesitan respaldar ningún credo específico. A la pregunta, "¿Qué creen los metodistas?", ministros y laicos responden diciendo que creen en Jesús.
         Hoy la Iglesia Metodista está en una disminución numérica empinada.
         "En el período 1965-1975 la Iglesia Metodista Unida perdió más de un millón de miembros", dice C. Peter Wagner[5]. ¿Y quién es el responsable de esta fuerte defección? El éxodo que los metodistas están enfrentando, no es por culpa de fuerzas externas. La verdadera culpa reside dentro de su iglesia. Si la Iglesia Metodista estuviese atacada por los enemigos de fuera, si estuviera sufriendo persecución a causa de sus esfuerzos por evangelizar el mundo, habría esperanza. Pero el mundo no persigue una iglesia que parece estar por nada. La Iglesia Metodista está disminuyendo como resultado de su incapacidad de preservar su propia herencia religiosa.

         ¿Podemos aprender algunas lecciones provechosas de su experiencia desconcertante?

Preterismo, Criticismo Histórico, y Futurismo

         Un segmento importante de la comunidad académica Adventista del Séptimo Día ya no acepta los principios de interpretación profética que hicieron de nuestra iglesia lo que es.             En los libros de Daniel y La Revelación, nuestros pioneros encontraron nuestro tiempo y nuestra misión. Aplicando el método historicista de interpretación profética, que había sido utilizado por la mayoría de los Cristianos durante siglos y que obtuvo la posterior aprobación de Ellen G. White, nuestros antepasados fueron capaces de desvelar la historia del largo conflicto entre Cristo y Satanás. Ellos pudieron comprender que deben considerarse a sí mismos como una parte integral del programa cósmico.

                Hoy, sin embargo, observamos un rechazo gradual del enfoque historicista, y una creciente aceptación de las escuelas de la Contrarreforma de interpretación profética. Por otra parte, el criticismo histórico no permite la verdadera predicción de largo alcance. Como resultado de ello, en algunos sectores nuestro mensaje ha sido cambiado y ha perdido su carácter distintivo y su poder.

         Moviendo el cumplimiento de las profecías largas al fin del mundo (la visión futurista), o relegando su importancia en el pasado distante (la vista preterista), o negar la verdadera profecía a largo plazo (el criticismo histórico), hace las profecías de Daniel y La Revelación irrelevantes y transforma el Movimiento Adventista en sólo otra denominación sin poder y mensaje profético especial.

El Secularismo

         Otro intruso que está ampliando su presencia dentro de las murallas de la “Ciudad de Dios” es la tendencia conocida como "secularismo", a menudo definida como la organización de la vida como si Dios no existiera. Su creciente influencia está produciendo una disminución de la asistencia (no participar al culto), la reducción de compromiso con los ideales Cristianos, y una creciente tendencia de ver la iglesia -cualquier iglesia- como obsoleta e irrelevante. El crecimiento profesional y el prestigio, los negocios y las ganancias, el estatuto económico y los logros académicos, son sobreestimados, mientras que las virtudes Cristianas se descuidan, o son colocadas en un segundo plano.

         En las últimas dos décadas hemos visto las instituciones adventistas afectadas por cambios sustanciales que no han sido todos en el lado positivo. Disimuladamente, el secularismo hace avances que tienden a eclipsar el carácter religioso de estas instituciones. Los servicios religiosos siguen todavía su curso en las iglesias locales, pero son más una forma ritual, que una fuerza espiritual.

         El liberalismo teológico hace una inmensa contribución a este secularismo insidioso de los creyentes y de las instituciones, rechazando la autoridad eclesiástica, la autoridad bíblica, y un organismo autoritario de la verdad. Es más que dispuesto a alinear la religión al espíritu de los tiempos.

Otros Males

         Otros males, como la libertad académica exagerada, el enfoque histórico-critico a la Escritura, y la evolución teísta (con su muy larga cronología de millones de años) hacen su contribución en socavar la confianza en las creencias básicas, y conduciendo las congregaciones al desastre espiritual.
         Es imposible impedir la enseñanza de opiniones aberrantes dentro de la Iglesia, cuando se acepta el concepto de libertad académica, sin correcta responsabilidad confesional. Los defensores de la libertad académica en medio de nosotros, declaran que no somos una denominación de credo, y por lo tanto, cada creyente debe tener la libertad de respaldar diferentes puntos de vista teológicos. Pero yo entiendo que si un individuo es Adventista Del Séptimo día, él o ella, debe suscribirse a nuestras creencias fundamentales en su totalidad; de lo contrario, él o ella, deja de ser un Adventista del Séptimo Día. Nadie puede afirmar que es representante de ninguna organización del mundo, si no respeta las normas de aquella organización, sea ella secular o religiosa. Es un nonsense[6] afirmar ser representante de Coca-Cola y vender Pepsi-Cola, o afirmar ser católico y predicar el descanso del séptimo día.

         Yo creo, que la Iglesia[7], tiene el derecho incuestionable de decidir qué enfoque debería ser utilizado por nuestros eruditos y predicadores. Esta es nuestra única salvaguardia para proteger nuestro patrimonio religioso, que se suscribe al principio de la Reforma, que la Biblia es la Palabra infalible de Dios y su propio intérprete. La evolución teísta (o el creacionismo progresivo) es un concepto aceptado por un número creciente de científicos en nuestras filas. Implica la subordinación y el alojamiento de las Escrituras bajo la visión darwiniana de evolución gradual. Los que respaldan esta corriente, ya no consideran partes clave de la Biblia, como fuentes fiables de información histórica. Al tomar esta posición, ellos colocan las hipótesis científicas por encima de las Escrituras, haciendo la ciencia un juez de la Palabra de Dios.

La Quinta Columna

         La Guerra Civil española dejó más de un millón de muertos.
         En el otoño de 1936 las fuerzas sublevadas avanzaban firmemente hacia Madrid y parecía que la capital iba realmente a caer. El general Emilio Mola mencionó publicamente que bajo su mando cuatro columnas se dirigían hacia la capital. Pero secretamente, había una quinta columna formada por los simpatizantes del Alzamiento que dentro de la capital trabajaban clandestinamente para socavar las defensas de la ciudad y entregarla en las manos del general a su llegada.  
         La expresión pasó a ser parte del vocabulario militar y se usa desde entonces para designar, en una situación de confrontación bélica, a un sector de la población, generalmente minoritario, que mantiene supuestas lealtades hacia el bando enemigo, debido a motivos religiosos, económicos, ideológicos o étnicos.

Aunque este relato es auténtico y moderno y parece muy original y brillante, ¿acaso no se parece con lo que hablamos al inicio de esta meditación?
         El Caballo de Troya vuelve, una y otra vez, a penetrar las fortalezas de todo el mundo, a pesar de todas las advertencias pasadas y presentes. Desafortunadamente, La Ciudad de Dios, supuestamente inexpugnable, no es una excepción.

         Muchas civilizaciones han sido derrotadas por el sabotaje interno de quintacolumnistas. La historia nos advierte de lo que puede ocurrir en la Iglesia. El Espíritu de Profecía nos advierte que la oposición externa no es nuestro peor enemigo. En cambio, las insidiosas influencias de deterioro introducidas por Satanás, nuestro gran adversario, hacen el mayor daño posible.
         ¿Cuál ha sido la mayor derrota sufrida por la Iglesia Cristiana? ¿Fue la pérdida de vidas como resultado de la violencia, el martirio y la tortura? No. La más grande derrota de la Iglesia ocurrió cuando aceptó el favor del Imperio Romano y perdió su pureza y fervor. Cuando la Iglesia salió de las catacumbas, se ajustó al esplendor del mundo. Los quintacolumnistas de Satanás -su Caballo Troyano- debilitaron la Iglesia internamente, allanando el camino para la dilución de la fe y el establecimiento del pseudo-Cristianismo.

         Conclusión

         La imagen que he presentado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, puede ser considerada sombría y oscura. Pero al terminar, me gustaría presentar un lado más brillante. A pesar de los problemas que enfrentamos actualmente, tenemos muchas razones para creer en el triunfo de nuestro mensaje, siempre y cuando nos mantengamos fieles a la Biblia. Un avivamiento vendrá y nuestros ojos verán poderosos milagros en la evangelización. Las promesas de Dios no fallan. Todo el mundo será testigo de sus cumplimientos, pero solamente pocos van a presenciar eso con gozo, en vez de con horror.
         Nuestro mensaje y movimiento merecen ser caracterizados por un espíritu triunfante. Ellos no se basan en “fábulas artificiosas”, sino en el fundamento inquebrantable de “la palabra profética más segura”.
        
         “Puede parecer que la Iglesia está por caer, pero no caerá.” (2MS, 380)

         Pero no todos los que hoy son miembros de la Iglesia, serán parte del Remanente. Es falso afirmar hoy que, “Somos el Remanente de Dios”. Esto no es verdad. Sé que esto se predica de casi todos los pulpitos Adventistas pero es una mentira. Los que forman el Remanente de Dios no tiene el espíritu y las doctrinas mundanales liberales, o seculares, o feministas, o sincretistas, en ninguno de los aspectos de su vida personal, ni en casa ni en la Iglesia. El Adventista del Séptimo Día lo es todos los días, no sólo el séptimo día, formal y enmascarado con sonrisas hipócritas y santidad farisaica.

         La convicción firme e inquebrantable de que Dios Mismo guía a este Movimiento Misionero, me permite declarar sin sombra de duda, que el fuego en los altares de los Adventistas del Séptimo Día nunca se apagará. La determinación de ganar el mundo para Cristo va a motivar al Remanente a unirse en Espíritu y en verdad, a pesar de las distancias kilométricas y la apostasía Omega que limpiará la escoria, y evangelizar el mundo. La tierra será iluminada con la gloria de nuestra proclamación de la esperanza del Advenimiento.

        


[1] Laocoonte, pronuncia la famosa frase “Timeo Danaos et dona ferentes” (Desconfío de los dánaos [griegos] incluso cuando traen regalos), advirtiendo así a los troyanos de que podría ser una trampa, que dentro del caballo podía haber tropas aqueas y sugirió quemarlo, pero los troyanos no le hicieron caso.
[2] Muchos teólogos Adventistas siguen las huellas de otros Adventistas que al salir de nuestras filas, empezaron primero despreciar y criticar los escritos del Espíritu de Profecía, y luego acusaron de plagiado a Ellen White.
[3] He usado artículos de varias publicaciones Adventistas para comparar y poder tener una visión general sobre el tema. Aquí sólo he presentado una conclusión resumida.
[4] Sincretismo - Sistema en que se concilian doctrinas diferentes, o el fenómeno por el que diversas funciones coinciden en una forma única. (Adorar a Baal y a Dios al mismo tiempo).
[5] “Leading Your Church to Growth”, p. 32
[6] Sin sentido/estupidez/falacia
[7] El cuerpo completo de los miembros a nivel mundial, representados por la Conferencia General en sesión plenaria.

jueves, 19 de febrero de 2015

La "Nueva Luz" del Feminismo en Gálatas 3:28 (parte 2)






¿Qué tipo de igualdad enseña la Biblia? Parte 2

         La Ideología Igualitaria
A pesar de su aspecto preocupante, el movimiento feminista continua ejerciendo una influencia enorme en las iglesias Cristianas, efectuando campañas masivas para la anulación de los roles distintivos entre géneros.
El motivo por lo cual tuvo y sigue teniendo este éxito entre las iglesias cristianas, es su aparente preocupación por la igualdad y libertad, y la confusión con la ideología aún más extendida llamada, igualitarismo.
         El igualitarismo radical, afirma que todos los seres humanos son iguales, y como tal, deberían hacer las mismas cosas y tener las mismas funciones en una larga variedad de esferas. Como consecuencia, las diferencias entre personas, ordenadas por Dios, deben ser abolidas (eliminadas).

         Nuestra cultura contemporánea, ha recibido una gran influencia del pensamiento (la mentalidad) igualitario, que empezó con el racionalismo y el igualitarismo, expresados en la Revolución Francesa (1789). Debido a que la Rev. Francesa ha destronado al Dios de la Biblia y ha entronado a la diosa Razón,  las diferencias que Dios ordenó entre hombres y mujeres, ya no eran consideradas oportunas para la mente igualitaria.
         El igualitarismo protesta contra la explotación de los derechos resultados de las diferencias entre los seres humanos como; ricos y pobres, hombres y mujeres, negros y blancos, educados e ignorantes, etc. Pero su intento de rectificar los abusos diferenciales, va mucho más lejos cuando proponen anular todas las diferencias, y sugieren que la plena igualdad significa, igualdad en todos los sentidos.
         Conforme al igualitarismo radical, es injusto que alguien tenga autoridad sobre otro, o tener más poder, dinero, o influencia. Sacando una conclusión lógica, el igualitarismo  argumenta que los que, de alguna manera sobresalen y brillan, deberían de alguna forma ser transformados, o moldeados, de tal modo, que se parezcan con la multitud (el populacho), sin que nadie se sienta inferior.
         De este modo, el comunismo (Marxismo), envuelve esta ideología radical, en el intento de hacer a los pobres, iguales a los ricos. El feminismo bebe también de la fuente igualitaria buscando hacer la mujer igual al hombre en todo el sentido. Y al igual que la ideología feminista busca “limpiar” la noción de “género” y los “roles sexuales” en el matrimonio y la iglesia, la teología homosexual también busca igualdad entre los homosexuales y heterosexuales descartando la identidad sexual.

El Igualitarismo Feminista    
         El igualitarismo feminista es seductivo debido a que construye en algo cercano de la verdad Bíblica y luego empieza distorsionarlo. La igualdad en ser y valor (igualdad ontológica) es una clara enseñanza Bíblica, que afirma que todos los seres humanos –hombres y mujeres- tienen una posición igual delante de Dios, como seres creados, pecadores que necesitan de la Salvación mediante Cristo y como pueblo llamado al mismo destino. Las evidencias bíblicas para esta igualdad nos enseñan que:
los dos, “hombre y mujer”, han sido creados “en la imagen de Dios” (Génesis 1:27; Mateo 19:4; Marcos 10:6);
los dos han sido redimidos por Cristo Jesús, así que “en Cristo” no hay, “ni hombre, ni mujer” (Gálatas 3:28);
los dos son “coherederos de la gracia de vida”. (1ªPedro 3:7).

En ninguna parte de la Biblia se desprecia a la mujer otorgándole un estatus de segunda clase, o se los hace a los hombres superiores y a las mujeres inferiores. Afirmar el contrario es malinterpretar las enseñanzas Bíblicas y ofender el carácter de un Dios lleno de amor, el cual ha creado a Eva para ser, una “ayuda idónea”, una compañera “adecuada” o, “apropiada” ,para Adán. 
         Ellen White es inequívoca:
Cuando Dios creó a Eva, Él designo que ella no debe ser ni inferior ni superior al Hombre, sino igual en todas las cosas.” (3TI, 484).

De este modo el Cristianismo bíblico enseña la igualdad entre hombres y mujeres, delante de Dios. Mientras que el igualitarismo feminista accede a esta verdad, pero sin reconocer la verdad complementaria sobre las diferencias y los géneros (masculino / femenino), y sobre la distinción de roles (de funciones).

Como se hará claro más adelante, la Biblia es inequívoca en que la igualdad entre hombre y mujer sólo puede ser aceptada en el entorno de las diferencias de género entre hombre y mujer, diferencias que indican claramente que han sido creados para complementarse uno a otro, complementariedad que indica también las diferencias entre ellos.

Por lo tanto, el asunto de ordenación de mujeres, no es una cuestión de si las mujeres y los hombres son iguales. La Biblia, confirmada por el Espíritu de la Profecía, ya han resuelto el problema. Las mujeres y los hombres son iguales; ni inferiores, ni superiores uno a otro.
El tema real aquí es si la igualdad entre varones y hembras cuadra con la diferencia de roles. ¿Manteniendo la igualdad entre los seres humanos, ha asignado la Biblia un rol de líder/cabeza al hombre, y uno de soporte, a la mujer?

La Obsesión con la Igualdad
Muchos han abrazado la ordenación de mujeres, debido a que han recibido
indiferentes, las doctrinas igualitarias feministas, mediante campañas para “sensibilizar”, para la “equidad en el mundo”, sin comprender la verdadera naturaleza de este falso mensaje respecto a la igualdad entre hombres y mujeres.

         Un audaz erudito evangélico, nombra la obsesión Americana con la igualdad como, “el gran allanamiento instintivo” [nivelación de los instintos], que “es criado en la ideología igualitaria radical, presente hoy, bien profundo, en el corazón de las iglesias evangélicas.” Exponiendo las palabras de Alexis de Tocqueville que “los Americanos son tan enamorados de la igualdad, que prefieren antes ser iguales en la esclavitud, que desiguales en la libertad”, él apunta sobre la inconsistencia de los que han abrazado la ideología del igualitarismo. Él escribe:
          “A menudo he observado que en el medio del fervor igualitario que envuelve las iglesias buscando establecer la “plena igualdad” entre sexos, no oímos una queja paralela para la “plena igualdad” entre profesores y alumnos, o entre padres y sus hijos.”
         Y continúa:
         “De algún modo, las madres que son “niveladas” (iguales) en el matrimonio, no son “niveladas” en asuntos de padres; más bien, las madres que luchan para el derecho de decir “no” a sus  maridos, piden a que sus hijos e hijas les digan “si” a ellas, y acudir sin retraso a sus órdenes de limpiar la mesa, remover cosas y llevar la basura.
         De igual modo, los profesores que niegan la autoridad de los maridos sobre sus esposas, inician movimientos de reformas y se desnudad de sus “atavíos” doctorales y profesorales. Aparentemente ciegos frente a la variedad de “ropa” y formas de autoridad, siguen despreocupados en graduar [hacer diferencias] los exámenes y los progresos de sus estudiantes para acordarles las distintas diplomas.” (Timothy B. Bayly, "Shepherd's Pie: The Idol of Equality" [La Tarta del Pastor: El Ídolo del Igualitarismo]).

         Lo de arriba demuestra que los abogados del igualitarismo, no comprenden plenamente la verdadera naturaleza de la igualdad. Voy a ilustrar esto:

         La Verdadera Naturaleza de la Igualdad
         La Declaración de Independencia de los EEUU declara:
“Creemos firmemente y sin equivoco que todos los hombres [los seres humanos], son creados iguales.”
Este profundo pensamiento puede ser a la vez, verdadero o falso, dependiendo que queremos decir con “iguales”. ¿Significa esto iguales en todos los sentidos? Quiere decir la Declaración que por ejemplo, todos los hombres pueden jugar baloncesto como Pau Gasol, predicar como Esteban Bohr, y escribir como Miguel de Cervantes [el autor del artículo está nombrando personalidades que para los españoles son desconocidos, pero en EEUU son  muy populares]. ¿Qué es exactamente lo que quieren ellos decir cuando afirman que dos entidades son iguales?

         Una ilustración va a clarificar el asunto. Supongamos que un chico de 7 años pregunta a su padre, “¿Es una taza de harina, igual con una taza de azúcar?” El padre enfrenta un dilema. Si su hijo quiso decir, “¿Tiene una taza de material granular (harina), el mismo volumen que una taza de otro material granular (azúcar)? La respuesta es, sí. Pero si el niño quiso preguntar, “¿Puedo poner una taza de azúcar en el recipiente de una taza de harina, por ser iguales?” Entonces la respuesta es, no. Una taza de azúcar y una taza de harina son iguales en algunos sentidos, pero no lo son en otros. En otras palabras, la afirmación de que una taza de azúcar y una de harina son iguales, es válido y real dándonos la posibilidad de comprender como pueden ser “iguales” dos entidades distintas.

         En su excelente trabajo, “Speaking of Iguality: An Analysis of the Rhetorical Force of Equality in Moral and Legal Discourse, Peter Westen apunta que para llamar a dos cosas iguales uno debe tener por lo menos:
         Dos entidades distintas;
         Un instrumento de medida;
         Una norma común.

         Vale la pena incluir la definición de la igualdad representativa citando a Westen:
La igualdad representativa es la relación entre dos o mas cosas distintas, que han
sido mesuradas juntamente según una norma en vigor y encontrados a ser indistinguibles, o idénticas,  según la medida de esa norma. Las cosas que son iguales según un estándar, son inevitablemente desiguales según otro, y viceversa. Por consiguiente, la lógica nos dice que las cosas de este mundo que nosotros podemos medir no son o iguales, o desiguales, sino que son, iguales y desiguales.”

         Respecto al ejemplo de arriba, podemos concluir que, si el estándar común utilizado en la ilustración con la taza de azúcar/harina, es el volumen, las dos tazas son iguales. Por otra parte, si el estándar común, es la substancia [el material], las tazas no son iguales. Del mismo modo, si la Declaración de Independencia es artística, atlética, y de habilidad oratoria, entonces todos los hombres no son creados iguales. Si, no obstante, el estándar es, los derechos delante de Dios, entonces todos los hombres son creados iguales. [la palabra “hombres” de la Declaración de Independencia, en inglés, se refiere a los seres humanos – hombres y mujeres].

         De hecho, para evitar la confusión, la Declaración clarifica el término “igualdad” insertando una serie de cláusulas:
         “que ellos son dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre las cuales, la vida, la libertad, y búsqueda de la felicidad” [que hoy ya no respetan ni los americanos, ni los españoles, ni tampoco otro gobierno del mundo].
         La igualdad comprendida por los firmantes de la Declaración, significa simplemente que todos los seres humanos tienen unos derechos inalienables determinados por Dios.

         Así que es crucial que antes que afirmemos que dos cosas son iguales, clarifiquemos los estándares de comparación. Aun dos billetes de un dólar son iguales según un estándar (el valor), y desiguales por otros estándares (color, año de edición). Por ende, es totalmente erróneo y confuso, afirmar que dos cosas son iguales sin delinear claramente el estándar de comparación.
                           
         Así que, la retórica igualitaria feminista de, “plena igualdad”, que elimina todas las diferencias entre géneros, falla comprender la sabiduría de las palabras de Aristotel:        
         “La peor forma de igualdad, es intentar hacer las cosas desiguales, iguales.”

         Este es precisamente lo que los adeptos para ordenar mujeres proponen, en su intención de forzar la interpretación de Gálatas 3:28. 
                  
Fin parte 2

[Creo que es el momento de aprender cómo en nuestra actual sociedad, la ignorancia, es la meta hacia la cual está empujado cada día el público “espectador” (los que miran y reciben hipnotizados e indiferentes la “información mediante la tele y demás medios de comunicación). Para saber cómo actúa la Estrategia de Manipulación en Masa, os aconsejo leer “Los 10 Estrategias de Manipulación Mediática” aquí]

traducido por
claudio popa
12/02/2013