martes, 24 de febrero de 2015

El Caballo de Troya

La fiesta de alegría de los teucros pronto iba a convertirse en su destrucción total.



         En uno de sus famosos poemas épicos, Homero describe el ingenioso dispositivo empleado por los griegos para conquistar la ciudad de Troya durante la guerra de Troya.
         Para permitir a los griegos entrar en la legendaria ciudad furtivamente, el maestro carpintero, Epeius, construyó un enorme caballo de madera, hueco. Según Homero, 100.000 soldados asediaban Troya. El asedio de diez años, terminó cuando los griegos ocultaron algunos soldados en el caballo y luego lo dejaron atrás, mientras pretendían retirarse. A pesar de la advertencia de Laocoonte[1], Sinon convenció a los troyanos traer el caballo dentro de las murallas de la ciudad. Por la noche el ejército griego volvió y los soldados que se habían escondido en el interior del caballo abrieron las puertas de la ciudad a sus camaradas. De esta manera Troya fue invadida con éxito y destruida.

         Aunque la guerra entre los griegos y la ciudad de Troya es generalmente considerado un hecho histórico, el episodio que trata con el Caballo de Troya ha sido considerado un relato mitológico. No obstante, a partir de esta epopeya podemos derivar algunas ilustraciones oportunas que son aplicables a la situación en que nuestra Iglesia se encuentra en la actualidad.

         Durante muchos años la Iglesia Adventista del Séptimo Día logró, con valentía y tenacidad, resistir a los terribles asaltos del enemigo. Los muros de la "ciudad santa", se mantuvieron inexpugnables. Pero en su determinación para conquistar y destruir la Iglesia de Dios, el príncipe de este mundo se ha comprometido a emplear inteligentes y mortales armas secretas.

         "No hay nada que el gran engañador teme más, como que vamos a descubrir sus estrategias." (CS, 506)

         Después de muchos intentos de conquistar la "Ciudad de Dios" aplicando el mismo tipo de acción engañosa empleada por los griegos, el gran adversario ha sido capaz de obtener sus fines introduciendo disimuladamente el Caballo de Troya del liberalismo dentro de los muros de Sión.

         Ahora que el liberalismo se ha convertido en operativo dentro de nuestra Iglesia, percibimos lo vulnerables que podemos ser a los asaltos de Satanás. Como Iglesia nos hemos inclinado a creer que nuestro mayor peligro de ser derrotados por las fuerzas del mal provendría de fuera. Mientras que podemos ser capaces de percibir claramente de sobre los muros de Sión lo que Satanás está haciendo para conquistar y destruir la Iglesia, no parecemos capaces de hacer mucho al respecto, estando firmemente contra los males que están desarrollándose insidiosamente, en medio de nosotros. Ellen White advierte:
         “Tenemos más que temer de enemigos internos que de externos”. (1MS, 142)

Los liberales no son malas personas

         Los que promueven el liberalismo en nuestras filas no son personas "malas". Son creyentes comprometidos. Muchos de ellos exhiben la belleza de las virtudes Cristianas en sus vidas. La mayoría de ellos aman la Iglesia y quieren compartir la fe y las certezas de nuestros antepasados, pero desafortunadamente, en la honestidad de sus intenciones, no los tienen. Ellos son incapaces de ver la singularidad de nuestro mensaje, el carácter distintivo de nuestra identidad, la dimensión escatológica de nuestra esperanza, o la urgencia de nuestra misión. Representando un amplio espectro de pensamiento religioso, ellos tratan de reinterpretar el pensamiento Adventista teológico tradicional, vistiendo algunas de nuestras viejas doctrinas, en lo que a ellos les parece ser nuevas y atractivas prendas semánticas.

         ¿Por qué defienden estas personas, puntos de vista liberales, entre nosotros? ¿Por qué están jugando ellos con tanto entusiasmo, el papel de apóstoles de cambio en nuestro sistema teológico?

         En primer lugar, a mí me parece que están muy ansiosos por descartar la etiqueta de "culto" que se ha utilizado tan ampliamente para caracterizar el Adventismo del Séptimo Día. Ellos anhelan ver nuestro Movimiento religioso convirtiéndose en una parte de lo que ellos consideran la “corriente principal del Cristianismo”. En su esfuerzo por alcanzar "respetabilidad" religiosa, relevancia en el mundo Cristiano, ellos sugieren la reinterpretación de algunos puntos de vista históricos de nuestra teología, que creen que son bíblicamente indefendibles.

         Aunque aceptan (todavía) algunos aspectos de nuestro carácter distintivo, como el Sábado y nuestros principios de salud, ellos creen que ha llegado el momento para una revisión de nuestro sistema teológico. En el incentivo de dicha revisión, algunos se sienten incómodos con el concepto de "Remanente", tal como fue entendido por los fundadores de nuestro movimiento. Ellos creen que toda la "mentalidad sectaria" debe ser rechazada como presuntuosa y arrogante.

         Otros liberales, en su esfuerzo por hacer nuestra teología más "relevante", cuestionan la integridad de la Doctrina del Santuario y unen sus voces con las de nuestros adversarios en esta materia. Ellos explican el ministerio de dos fases de Cristo en el Santuario celestial, como un dispositivo de “lavado de cara”, creado por los hnos. Edson, Crosier, y otros, para rescatar a nuestros pioneros del fracaso Millerista.

         Hay quienes están supuestamente alarmados acerca de lo que les parece ser excesivo material prestado por Ellen White de una variedad de fuentes. Mal guiados por ideas distorsionadas sobre la forma en que la inspiración funciona, ellos están dispuestos a cuestionar la validez de sus afirmaciones, rechazando su autoridad profética.[2]
        
         Algunos liberales definen nuestra escatología como un subproducto de la cultura norteamericana del siglo 19 y, como tal, merecedora de una sustancial reformulación. Ellos insisten en que después de 145 años de la proclamación, ya no podemos mantener la expectativa ferviente que impregnaba la Iglesia en sus años de formación.

         Los científicos liberales de la Iglesia, insisten en que la Doctrina de la Creación debe ser reevaluada en el contexto de la información y las hipótesis científicas actuales.
         Según varias fuentes[3], la obsesión por el cambio en las filas Adventistas del Séptimo Día tuvo sus inicios en los años 1950 y 1960, cuando nuestros estudiantes, en un número mucho mayor que antes, comenzaron a asistir a los Seminarios Teológicos y Universidades no Adventistas, en búsqueda de títulos avanzados. Algunos de esos estudiantes, a pesar de las circunstancias desfavorables, fueron capaces de preservar su experiencia religiosa y salieron fortalecidos en sus convicciones. Otros, influenciados por la crítica bíblica moderna y la teología liberal, remodelaron sus creencias. Al volver a sus iglesias como respetados pastores, y en nuestros centros educativos como renombrados maestros, empezaron a predicar y enseñar las doctrinas de demonios.

¿Qué se está obteniendo con esos intentos de cambio?

         ¿Qué estamos ganando con los intentos liberales para que nuestro mensaje sea más "digerible" para el mundo? Cuando se siembran tantas semillas de duda, incertidumbre y conflicto, ¿qué otra cosa se puede esperar? El liberalismo está cosechando lo que ha sembrado. Sembró la incredulidad, y está cosechando apostasías.

         Después de su insidiosa penetración dentro de las murallas de la “Ciudad de Dios”, el liberalismo, en sus diversas y muchas formas y aspectos, ha logrado abrir las puertas de la Iglesia a la invasión de otros males como, el pluralismo, el secularismo, el humanismo, el materialismo, el futurismo y preterismo, el feminismo, y otros “ismos”, que en su mayoría son totalmente desconocidos a la gran mayoría de los habitantes de la “Ciudad Santa”.

El Pluralismo

         Para atenuar las divergencias que estamos enfrentando, algunos estudiosos Adventistas, sugieren la adopción oficial del pluralismo teológico, la aceptación entre nosotros, de la convivencia pacífica de opiniones en conflicto, incluso en oposición.
         “No hablemos de doctrinas separadoras”; “unidad”; “libertad”; “amor en todo"; “no permitamos las divisiones”; son unos de los aforismos populares que inspiran a los eruditos pluralistas en su llamamiento para flexibilidad y apertura. Pero, ¿quién va a determinar lo que es esencial y lo que es negociable? ¿Los individuos, los ministerios independientes, las sociedades teológicas, el consejo anual, o la Iglesia en su conjunto, bajo la guía del Espíritu Santo? ¿Seríamos capaces de retener nuestra autocomprensión como último Movimiento profético de Dios, si fuéramos a fragmentar nuestras creencias, incluyendo en ellas los pensamientos de escuelas divergentes?
         Necesitamos unidad teológica en nuestra predicación y en nuestras publicaciones, pero sobre todo, necesitamos unidad en los departamentos teológicos de nuestros colegios y universidades, porque ahí es donde se preparan los nuevos predicadores Adventistas. Y afirmo, y tengo evidencias de que ninguna Escuela de Teología, bajo influencias pluralistas, sacudida por la confrontación de ideas, puede producir predicadores con fuertes convicciones. Sin predicadores que tienen certeza teológica, no hay poder en su predicación.

         La difusión exitosa del Evangelio en el mundo mediterráneo en la época de los apóstoles, amenazaba la unidad Cristiana. Las personas con antecedentes ampliamente divergentes (contrarios) fueron bautizados, trayendo en la iglesia algunos de los conceptos religiosos populares de la época. Por lo tanto, existía un peligro real de que las enseñanzas de la Iglesia se verían afectadas por el sincretismo[4]. Consciente de este peligro, Pablo exhortó a los Efesios para mantener la unidad. Ver Efesios 4:4-6. Pero, por supuesto, nunca les aconsejó abandonar la verdad, para mantener la unidad. Se trataba de mantener la unidad en la verdad.
         Dirigiéndose a "las iglesias de Galacia", el apóstol expresó su pesar por la forma en que los Gálatas, bajo influencias pluralistas, cambiaron de opinión y se apartaron de la gracia de Cristo, para seguir un evangelio "diferente" (Gálatas 1:6). ¿Estuvo Pablo de mente estrecha en su llamamiento a la unidad? Después de todo, los judíos Cristianos ciertamente predicaban la salvación por medio de Cristo. Ellos nunca negaron, hasta donde sabemos, que era necesario creer en Jesús como Mesías y Salvador. ¿Por qué entonces fue Pablo tan vehemente en su oposición a esta predicación judeocristiana? Porque los judaizantes, insidiosamente distorsionaban el Evangelio de Cristo, lanzando a los creyentes en un estado de confusión mental y espiritual. A riesgo real de ser etiquetado como intransigente, Pablo exhortó a los Gálatas no prestar atención a esos mensajeros que, alegando la autoridad eclesiástica, atentaban contra la paz y la unidad que existía entre los santos.

Vamos a aprender de la experiencia Metodista

         El Metodismo en nuestros días es conocido por su amplio abanico de creencias. Sus clérigos tienen libertad para suscribirse a diferentes escuelas de interpretación bíblica. Los intentos para definir una doctrina metodista básica se han enfrentado a mucha oposición, y la teología metodista se volvió sorprendentemente divorciada de su propia tradición. Las personas que quieren ser aceptadas como miembros de la iglesia, ya no necesitan respaldar ningún credo específico. A la pregunta, "¿Qué creen los metodistas?", ministros y laicos responden diciendo que creen en Jesús.
         Hoy la Iglesia Metodista está en una disminución numérica empinada.
         "En el período 1965-1975 la Iglesia Metodista Unida perdió más de un millón de miembros", dice C. Peter Wagner[5]. ¿Y quién es el responsable de esta fuerte defección? El éxodo que los metodistas están enfrentando, no es por culpa de fuerzas externas. La verdadera culpa reside dentro de su iglesia. Si la Iglesia Metodista estuviese atacada por los enemigos de fuera, si estuviera sufriendo persecución a causa de sus esfuerzos por evangelizar el mundo, habría esperanza. Pero el mundo no persigue una iglesia que parece estar por nada. La Iglesia Metodista está disminuyendo como resultado de su incapacidad de preservar su propia herencia religiosa.

         ¿Podemos aprender algunas lecciones provechosas de su experiencia desconcertante?

Preterismo, Criticismo Histórico, y Futurismo

         Un segmento importante de la comunidad académica Adventista del Séptimo Día ya no acepta los principios de interpretación profética que hicieron de nuestra iglesia lo que es.             En los libros de Daniel y La Revelación, nuestros pioneros encontraron nuestro tiempo y nuestra misión. Aplicando el método historicista de interpretación profética, que había sido utilizado por la mayoría de los Cristianos durante siglos y que obtuvo la posterior aprobación de Ellen G. White, nuestros antepasados fueron capaces de desvelar la historia del largo conflicto entre Cristo y Satanás. Ellos pudieron comprender que deben considerarse a sí mismos como una parte integral del programa cósmico.

                Hoy, sin embargo, observamos un rechazo gradual del enfoque historicista, y una creciente aceptación de las escuelas de la Contrarreforma de interpretación profética. Por otra parte, el criticismo histórico no permite la verdadera predicción de largo alcance. Como resultado de ello, en algunos sectores nuestro mensaje ha sido cambiado y ha perdido su carácter distintivo y su poder.

         Moviendo el cumplimiento de las profecías largas al fin del mundo (la visión futurista), o relegando su importancia en el pasado distante (la vista preterista), o negar la verdadera profecía a largo plazo (el criticismo histórico), hace las profecías de Daniel y La Revelación irrelevantes y transforma el Movimiento Adventista en sólo otra denominación sin poder y mensaje profético especial.

El Secularismo

         Otro intruso que está ampliando su presencia dentro de las murallas de la “Ciudad de Dios” es la tendencia conocida como "secularismo", a menudo definida como la organización de la vida como si Dios no existiera. Su creciente influencia está produciendo una disminución de la asistencia (no participar al culto), la reducción de compromiso con los ideales Cristianos, y una creciente tendencia de ver la iglesia -cualquier iglesia- como obsoleta e irrelevante. El crecimiento profesional y el prestigio, los negocios y las ganancias, el estatuto económico y los logros académicos, son sobreestimados, mientras que las virtudes Cristianas se descuidan, o son colocadas en un segundo plano.

         En las últimas dos décadas hemos visto las instituciones adventistas afectadas por cambios sustanciales que no han sido todos en el lado positivo. Disimuladamente, el secularismo hace avances que tienden a eclipsar el carácter religioso de estas instituciones. Los servicios religiosos siguen todavía su curso en las iglesias locales, pero son más una forma ritual, que una fuerza espiritual.

         El liberalismo teológico hace una inmensa contribución a este secularismo insidioso de los creyentes y de las instituciones, rechazando la autoridad eclesiástica, la autoridad bíblica, y un organismo autoritario de la verdad. Es más que dispuesto a alinear la religión al espíritu de los tiempos.

Otros Males

         Otros males, como la libertad académica exagerada, el enfoque histórico-critico a la Escritura, y la evolución teísta (con su muy larga cronología de millones de años) hacen su contribución en socavar la confianza en las creencias básicas, y conduciendo las congregaciones al desastre espiritual.
         Es imposible impedir la enseñanza de opiniones aberrantes dentro de la Iglesia, cuando se acepta el concepto de libertad académica, sin correcta responsabilidad confesional. Los defensores de la libertad académica en medio de nosotros, declaran que no somos una denominación de credo, y por lo tanto, cada creyente debe tener la libertad de respaldar diferentes puntos de vista teológicos. Pero yo entiendo que si un individuo es Adventista Del Séptimo día, él o ella, debe suscribirse a nuestras creencias fundamentales en su totalidad; de lo contrario, él o ella, deja de ser un Adventista del Séptimo Día. Nadie puede afirmar que es representante de ninguna organización del mundo, si no respeta las normas de aquella organización, sea ella secular o religiosa. Es un nonsense[6] afirmar ser representante de Coca-Cola y vender Pepsi-Cola, o afirmar ser católico y predicar el descanso del séptimo día.

         Yo creo, que la Iglesia[7], tiene el derecho incuestionable de decidir qué enfoque debería ser utilizado por nuestros eruditos y predicadores. Esta es nuestra única salvaguardia para proteger nuestro patrimonio religioso, que se suscribe al principio de la Reforma, que la Biblia es la Palabra infalible de Dios y su propio intérprete. La evolución teísta (o el creacionismo progresivo) es un concepto aceptado por un número creciente de científicos en nuestras filas. Implica la subordinación y el alojamiento de las Escrituras bajo la visión darwiniana de evolución gradual. Los que respaldan esta corriente, ya no consideran partes clave de la Biblia, como fuentes fiables de información histórica. Al tomar esta posición, ellos colocan las hipótesis científicas por encima de las Escrituras, haciendo la ciencia un juez de la Palabra de Dios.

La Quinta Columna

         La Guerra Civil española dejó más de un millón de muertos.
         En el otoño de 1936 las fuerzas sublevadas avanzaban firmemente hacia Madrid y parecía que la capital iba realmente a caer. El general Emilio Mola mencionó publicamente que bajo su mando cuatro columnas se dirigían hacia la capital. Pero secretamente, había una quinta columna formada por los simpatizantes del Alzamiento que dentro de la capital trabajaban clandestinamente para socavar las defensas de la ciudad y entregarla en las manos del general a su llegada.  
         La expresión pasó a ser parte del vocabulario militar y se usa desde entonces para designar, en una situación de confrontación bélica, a un sector de la población, generalmente minoritario, que mantiene supuestas lealtades hacia el bando enemigo, debido a motivos religiosos, económicos, ideológicos o étnicos.

Aunque este relato es auténtico y moderno y parece muy original y brillante, ¿acaso no se parece con lo que hablamos al inicio de esta meditación?
         El Caballo de Troya vuelve, una y otra vez, a penetrar las fortalezas de todo el mundo, a pesar de todas las advertencias pasadas y presentes. Desafortunadamente, La Ciudad de Dios, supuestamente inexpugnable, no es una excepción.

         Muchas civilizaciones han sido derrotadas por el sabotaje interno de quintacolumnistas. La historia nos advierte de lo que puede ocurrir en la Iglesia. El Espíritu de Profecía nos advierte que la oposición externa no es nuestro peor enemigo. En cambio, las insidiosas influencias de deterioro introducidas por Satanás, nuestro gran adversario, hacen el mayor daño posible.
         ¿Cuál ha sido la mayor derrota sufrida por la Iglesia Cristiana? ¿Fue la pérdida de vidas como resultado de la violencia, el martirio y la tortura? No. La más grande derrota de la Iglesia ocurrió cuando aceptó el favor del Imperio Romano y perdió su pureza y fervor. Cuando la Iglesia salió de las catacumbas, se ajustó al esplendor del mundo. Los quintacolumnistas de Satanás -su Caballo Troyano- debilitaron la Iglesia internamente, allanando el camino para la dilución de la fe y el establecimiento del pseudo-Cristianismo.

         Conclusión

         La imagen que he presentado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, puede ser considerada sombría y oscura. Pero al terminar, me gustaría presentar un lado más brillante. A pesar de los problemas que enfrentamos actualmente, tenemos muchas razones para creer en el triunfo de nuestro mensaje, siempre y cuando nos mantengamos fieles a la Biblia. Un avivamiento vendrá y nuestros ojos verán poderosos milagros en la evangelización. Las promesas de Dios no fallan. Todo el mundo será testigo de sus cumplimientos, pero solamente pocos van a presenciar eso con gozo, en vez de con horror.
         Nuestro mensaje y movimiento merecen ser caracterizados por un espíritu triunfante. Ellos no se basan en “fábulas artificiosas”, sino en el fundamento inquebrantable de “la palabra profética más segura”.
        
         “Puede parecer que la Iglesia está por caer, pero no caerá.” (2MS, 380)

         Pero no todos los que hoy son miembros de la Iglesia, serán parte del Remanente. Es falso afirmar hoy que, “Somos el Remanente de Dios”. Esto no es verdad. Sé que esto se predica de casi todos los pulpitos Adventistas pero es una mentira. Los que forman el Remanente de Dios no tiene el espíritu y las doctrinas mundanales liberales, o seculares, o feministas, o sincretistas, en ninguno de los aspectos de su vida personal, ni en casa ni en la Iglesia. El Adventista del Séptimo Día lo es todos los días, no sólo el séptimo día, formal y enmascarado con sonrisas hipócritas y santidad farisaica.

         La convicción firme e inquebrantable de que Dios Mismo guía a este Movimiento Misionero, me permite declarar sin sombra de duda, que el fuego en los altares de los Adventistas del Séptimo Día nunca se apagará. La determinación de ganar el mundo para Cristo va a motivar al Remanente a unirse en Espíritu y en verdad, a pesar de las distancias kilométricas y la apostasía Omega que limpiará la escoria, y evangelizar el mundo. La tierra será iluminada con la gloria de nuestra proclamación de la esperanza del Advenimiento.

        


[1] Laocoonte, pronuncia la famosa frase “Timeo Danaos et dona ferentes” (Desconfío de los dánaos [griegos] incluso cuando traen regalos), advirtiendo así a los troyanos de que podría ser una trampa, que dentro del caballo podía haber tropas aqueas y sugirió quemarlo, pero los troyanos no le hicieron caso.
[2] Muchos teólogos Adventistas siguen las huellas de otros Adventistas que al salir de nuestras filas, empezaron primero despreciar y criticar los escritos del Espíritu de Profecía, y luego acusaron de plagiado a Ellen White.
[3] He usado artículos de varias publicaciones Adventistas para comparar y poder tener una visión general sobre el tema. Aquí sólo he presentado una conclusión resumida.
[4] Sincretismo - Sistema en que se concilian doctrinas diferentes, o el fenómeno por el que diversas funciones coinciden en una forma única. (Adorar a Baal y a Dios al mismo tiempo).
[5] “Leading Your Church to Growth”, p. 32
[6] Sin sentido/estupidez/falacia
[7] El cuerpo completo de los miembros a nivel mundial, representados por la Conferencia General en sesión plenaria.

1 comentario:

  1. Mi querido hermano Claudio Popa. Tengo el placer de exaltar el Dios vivo y eterno por las bendiciones que Él nos da a todos; es también mi deber dar a usted la expresión de mi gratitud por este documento que acabo de leer. Un documento à la altura de la situación de crisis en la que la Iglesia de Dios se enfrenta estos días - fruto del profundo sueño en que permitimos que el enemigo, Satanás, la antigua serpiente en indujo hacia a algún tiempo a esta parte. Tengo llorado (literalmente) en estos días debido a la situación desastrosa y desafortunada en la que este movimiento y su mensaje ha estado viviendo en un momento como este. Con la llegada, ya que esta à las puertas de los más difícil y la más satisfacción de la Iglesia Adventista del Séptimo día, sólo puedo rezar con todo el fervor que el Todopoderoso me concede Dios, que el sacerdocio fue una vez mandó a los levitas (hombres) y desde 1844 con el adventismo Millerita y después de 1863 a principios de este siglo XXI, permanecer indeleble y arraigar cada vez más en estas filas de Israel espiritual. Para el hogar que estamos casi a salir; ¿Aún lejos Canaán? Creo firmemente que no. Sin embargo, hoy más que nunca, incumbimos a nosotros ponernos de rodillas y orar diariamente por el enemigo nunca conseguir su victoria planeada. Ahora venga Señor Jesucristo. Amén.

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