martes, 7 de abril de 2015

¡No me juzgues! (parte 3)

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EL EVANGELIO DE TOLERANCIA
vs
DISCIPLINA EN LA IGLESIA
Parte 3
Para determinar qué quiso decir Jesús cuando dijo en Mateo 7:1, "No juzguéis, para que no seáis juzgados", es importante tener en cuenta el contexto en el que se encuentra el pasaje. Por eso, vamos a leer los siguientes 5 versículos de Mateo 7:1-5:
1. No juzguéis, para que no seáis juzgados.
2. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os volverán a medir.
3. ¿Y, por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, pero no consideras la viga que está en tu propio ojo?
4. ¿O, cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí hay una viga en tu propio ojo?
5. ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, entonces verás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Observamos que el versículo 1 está inseparablemente conectado con los siguientes cuatro versículos. La primera palabra en el versículo 2, "Porque", indica que el contenido del versículo 2 es una continuación del tema de juzgar, del versículo 1, mientras que la "y", al comienzo del versículo 3 y la "o", al principio de verso 4, denotan la misma cosa. El versículo 5 es la aplicación del Señor para todo lo anterior. Otro vínculo que une los 5 versículos es la triple mención de, "tu hermano", en los versículos 3, 4 y 5. Aquí el Señor describe la condición de "tu hermano", y el estado de la persona que está tratando de juzgarlo: "tú".
Mateo 7:1-5 revela los siguientes hechos en relación con el significado de la declaración de Cristo, “no juzguéis”:

1.     Jesús NO pone fin a la toma de decisiones; Él está hablando en contra de juzgar a los demás, ¡con hipocresía! La imagen humorística de una persona con una viga en su ojo, tratando de quitar una minúscula astilla del ojo de otra persona, tiene la intención de ilustrar este punto. Nuestro Señor enseña que, cuando nosotros mismos tenemos problemas (errores) graves en nuestras vidas, no es nuestro trabajo que, con arrogancia, critiquemos a aquellos cuyos problemas son mucho menos graves que los nuestros.
2.     Jesús NO está diciendo que nunca debemos juzgar a las personas; sino que hay que juzgarlos, después de habernos examinado primero, a nosotros mismos. Notemos el verso 5: ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, entonces verás claramente, para sacar la paja del ojo de tu hermano.” Una vez que nos hemos ocupado de la viga (los graves errores) en nuestros propios ojos, entonces, ¡y solo entonces!, podemos atender el serrín en el ojo ajeno. Esta precaución pretende “ralentizarnos” en nuestra prisa por juzgar. Los acusadores de la mujer sorprendida en adulterio, acertadamente ilustran este punto (Juan 8:1-11).
3.     Jesús NO está diciendo que no debemos hacer juicios en absoluto, porque somos pecadores; sino que debemos hacerlo sobre todo cuando la condición de los demás es más grave que la nuestra. Observemos que Cristo no dice que si tenemos serrín en nuestros ojos, no es nuestro trabajo el ayudar a la persona con una viga en su ojo. Si nuestro problema es solo el serrín, por todos los medios debemos ayudar a aquellos a los que juzgamos (a los que vemos vemos) que tienen problemas más grandes!

         El Verdadero Significado de, “No juzguéis”
Como resultado de Mateo 7:1, el texto clave para el “evangelio de tolerancia-¡no me juzgues!”, no dice que todo el juicio debe ser eliminado. No está diciendo que no debe haber sentencias firmes dentro de la Iglesia cuando las cosas contravienen a la disciplina eclesiástica. Juzgamos y debemos hacerlo, cuando un hermano o una hermana se equivoca al adoptar creencias y patrones de estilo de vida que son incompatibles con el Reino de Dios. La idea central del consejo de Jesús es que cuando hacemos estos juicios debemos tener mucho cuidado de cómo lo hacemos. Jesús, después de todo, indica que hemos de juzgar. Si el problema es una viga o solo algo de serrín, tenemos que ayudar a nuestros hermanos y hermanas en dificultades. Pero hay que hacerlo de una manera adecuada. Nuestro Señor está advirtiendo en contra de nuestra hipocresía a la hora de detectar rápidamente los pequeños fallos de los demás, mientras pasamos por alto nuestros propios pecados más graves. Cristo está diciendo que si juzgamos a los demás de esta manera hipócrita seremos juzgados por un Dios que ve lo que hacemos en secreto (cuando pensamos que no nos ve nadie).
Pablo hizo la misma observación: Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; porque en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.” (Romanos 2:01).

Cualquier persona que censura (juzga) en los demás lo que se permite a sí mismo, es inexcusable y se auto-condena. 
 El profeta Natán le transmitió el mismo mensaje a David en 2ª Samuel 12:1-11.
 En efecto, el Sermón de Cristo en el Monte enseña la humildad y la paciencia en nuestra relación con todos los que yerran. Él enseñó la misma lección en la Parábola del Trigo y la Cizaña.

CLEMENCIA SÍ!
“EVANGELIO DE TOLERANCIA” NO!
         Contrariamente a las afirmaciones del “evangelio de tolerancia”, la parábola de Jesús del trigo y la cizaña de Mateo 13:24-30 no justifica la doctrina relativista de “¡no me juzgues!”. Su declaración en el versículo 30: Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega.”, no promueve la afirmación de que la Iglesia no tiene derecho a juzgar a nadie, ni a condenar las creencias equivocadas y la mala conducta. Al contrario, la parábola llama a extrema precaución cuando se intenta disciplinar a la gente; no sea que en nuestra prisa cometemos errores graves.
1.    No Juzgar Los Motivos.
Debemos tener cuidado de no juzgar el carácter y los motivos de las personas. Hacemos bien en no arrogarnos a nosotros mismos lo que solo Dios puede hacer, leyendo el corazón y los motivos de la gente. En “Palabras de vida del gran Maestro”, Ellen White advierte:
         “Los siervos de Cristo se entristecen al ver a los verdaderos y los falsos creyentes mezclados en la Iglesia. Anhelan hacer algo para limpiar la Iglesia. Como los siervos del padre de familia, ellos están listos para desarraigar la cizaña. Pero Cristo les dice: “No; porque cogiendo la cizaña, no arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega… “Cristo ha enseñado claramente que aquellos que persisten en el pecado abiertamente, deben ser separados de la Iglesia, pero Él no nos ha encomendado la labor de juzgar el carácter y el motivo. Él conoce nuestra naturaleza demasiado bien como para confiarnos esta labor. Si tratásemos de extirpar de la Iglesia a aquellos que suponemos ser Cristianos falsos, cometeríamos seguramente errores. A menudo consideramos sin esperanza a los mismos a quienes Cristo está atrayendo hacia Sí. Si tuviéramos nosotros que tratar con esas almas de acuerdo con nuestro juicio imperfecto, tal vez ello extinguiría su última esperanza. Muchos que se creen Cristianos serán hallados faltos al fin. En el Cielo habrá muchos de quienes sus prójimos suponían que nunca entrarían allí. El hombre juzga por la apariencia, pero Dios juzga el corazón. La cizaña y el trigo han de crecer juntamente hasta la cosecha; y la cosecha es el fin del tiempo de gracia. (PVGM 50).
Tengamos en cuenta que de acuerdo con la Hna. White: "Cristo ha enseñado claramente que aquellos que persisten en pecados manifiestos deben ser separados de la iglesia." Para ello, tenemos que saber cómo hacer buenas decisiones con discernimiento espiritual. Las Escrituras instan repetidamente a discernir entre el bien y el mal (Hebreos 5:14). Malaquías 3:18 nos invita a distinguir “entre el justo y el perverso, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.” Ezequiel 44:23 nos dice que hemos de enseñar a la gente la diferencia entre lo santo y lo profano, y enseñarles a discernir entre lo limpio y lo impío. El apóstol Juan nos invita a discernir entre el espíritu de verdad y el espíritu de error (lª Juan 4:6). Y Pablo nos manda a defender la verdad y rechazar la mentira (Rom 1:25), porque ninguna mentira procede de la verdad (1ª Juan 2:21).
Pero contrario al gran testimonio de la Escritura, el “evangelio de tolerancia-¡no me juzgues”, nos enseña a no trazar líneas entre las ideas y las prácticas correctas e incorrectas. Se nos invita a no discriminar, ni tratar de evaluar el valor de las diferentes creencias y estilos de vida. Se nos invita aceptar cualquiera idea (por descabellada que sea), sin discernimiento alguno, y sin importar lo que dice la Biblia o el Manual de la Iglesia.
Sin embargo, ¿cómo podemos ser salvos si no discernimos entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto?
El no ejercer este poder de juicio, no solo puede ser espiritualmente fatal para nosotros pero podría hacer que otros se perderán también. Esta es la razón por la cual la Biblia nos dice que debemos examinar cuidadosamente todo y retener lo que es bueno, y abstenerse de toda forma de mal (1ª Tes 5:21-22).
(Este texto no dice en absoluto que debemos examinar toda la miseria del mundo, para ver si hay algo bueno en ella, así como afirman engañosamente los que usan este texto para justificar su apetito de mirar todas las películas mundanales, leer todas las revistas mundanales, y examinar todas las porquerías mundanales que les llegan a mano).
Por lo tanto, al igual que la declaración de Jesús en el Sermón del Monte, esta parábola acerca del trigo y la cizaña NO está diciendo que no debemos juzgar en absoluto. Más bien nos transmite que hay que tener mucho cuidado cuando se intenta disciplinar a la gente. La parábola nos invita a conocer los límites de nuestras capacidades humanas de discernimiento. No podemos conocer el corazón y los motivos de los demás. Esos caen dentro del dominio de Dios. Solo Dios puede juzgar el carácter y los motivos. Debemos tener cuidado.
Ejemplo: Yo no puedo saber por qué el Hno X bebe café, o por qué miente, o por qué escucha música mundana, o por qué se viste como el mundo, o por qué come como el mundo, o por qué vive en general como el mundo, etc. Yo solo veo que él (ella) comete un error, un pecado, aunque no puedo saber por qué lo hace. Si digo: “Lo hace porque es malo y no quiere obedecer”, ya le he “juzgado” y calificado, por tener yo (supuestamente) la prueba de su pecado: es malo y desobediente. Pero el Hno (o la Hna) X puede que no sepa aun, o no tenga bien claro (nadie le explicó correctamente) que el café es una droga y que es pecado consumirlo; él (ella) posiblemente cree sinceramente todavía que es una bebida vitamínica. Así que mejor voy, y con paciencia y buena voluntad como uno que debe ser guarda de su hermano, le ayudo a comprender que el café es una droga y es pecado consumirlo. Si él Hno (o la Hna) persiste en tomar café, luego de comprender claramente como va la cosa, luego de aprender lo que dice el “escrito está”, entonces debo aplicar el Manual de la Iglesia, la norma de disciplina interior. Pero si este procedimiento bíblico fuera aplicado en la IASD, se quedarían muy, muy pocos miembros y… “esto no se hace, hermano; ¿nosotros que vamos a comer?” preguntarían indignados, “los pastores que destruyen y dispersan las ovejas del rebaño del Señor.” (Jer 23:1).

2.    Ser Clemente
El libro PVGM pone de manifiesto otra importante lección en esta parábola; la lección de la longanimidad, o la paciencia, en tratar con los extraviados:
“Existe otra lección en las palabras del Salvador, una lección de maravillosa clemencia y tierno amor. Así como la cizaña tiene sus raíces estrechamente entrelazadas con las del buen grano, los falsos Cristianos en la Iglesia pueden estar estrechamente unidos con los verdaderos discípulos. El verdadero carácter de esos fingidos creyentes, no es plenamente manifiesto. Si se los separase de la Iglesia se haría tropezar a otros que, de no presenciar esto, habrían permanecido firmes.”
   Es solo en este contexto, de la clemencia, que la Hna. White nos exhorta a no condenar, ni juzgar a los demás:
        “El Redentor no quiere perder ni un alma; Su trato con Judas fue registrado para mostrar Su larga paciencia con la perversa naturaleza humana; y nos ordena que seamos indulgentes, como Él lo fue. Él dijo que los falsos hermanos se hallarán en la Iglesia hasta el fin del tiempo. A pesar de la amonestación de Cristo, los hombres han tratado de extirpar la cizaña. ... La parábola de Cristo nos enseña a ser humildes y a desconfiar de nosotros mismos, y a no juzgar ni condenar a los demás. (PVGM, 51, 52)

Como Conclusión
No podemos pretender conocer los motivos de los que han aceptado el “evangelio de tolerancia”, y su doctrina relativista de, “¡no me juzgues!”. Pero una cosa es cierta: La Biblia y el Espíritu de Profecía, dejan muy claro que, la Iglesia tiene el deber de juzgar las creencias y prácticas erróneas. Esta cuestión no es acerca de no juzgar a nadie. Sino que, se trata la extrema precaución que debemos ejercitar cuando juzgamos o disciplinamos a los errantes. La siguiente declaración de la Hna. White capta lo que debe de ser nuestra actitud cuando estamos llamados a ejercer esta obligación divina:
"Al tratar con los que yerran, no deberían ser aplicadas medidas duras; las leves tendrán mucho más efecto. Hagamos uso de medios más suaves, más perseverantemente, e incluso si no tienen éxito, esperemos pacientemente; nunca  apresurarnos a eliminar un miembro de la Iglesia. Oremos por él, y vemos si Dios mueve el corazón de los que yerran. La disciplina ha sido en gran parte pervertida. Los que han tenido ellos mismos caracteres muy defectuosos han sido muy rápidos en disciplinar a los demás, y por lo tanto toda disciplina ha sido puesta en desprecio. Pasión, prejuicio y parcialidad, siento decirlo, han sido abundantemente manifestadas, y la disciplina adecuada se ha descuidado con indiferencia. Si los que tratan con los que yerran tendrán el corazón lleno de la dulzura de la bondad humana, qué espíritu diferente prevalecería en nuestras iglesias. Que el Señor abra los ojos y suavice los corazones de aquellos que tienen un espíritu duro, imperdonable, e implacable hacia los que piensan estar en el error. Tales hombres deshonran su oficio y deshonran a Dios. Ellos entristecen los corazones de Sus hijos, y los obligan a clamar a Dios en su angustia. El Señor ciertamente oirá su clamor y los juzgará por estas cosas." (Review and Herald, 14 de mayo, 1895).

Vivimos días de profunda apostasía. Esta apostasía solo es percibida por los hijos de Dios fieles quienes, como antitípos de Jeremías, lamentan el estado de ruina espiritual del Pueblo del Señor. Este estado deplorable se debe a una sola cosa: a la tolerancia; la tolerancia del pecado en la Casa de Jehová.
Nos parecemos tanto con las demás falsas iglesias Protestantes debido a que hace ya mucho tiempo que no protestamos contra nada. ¡Aceptamos todo!
El Adventista moderno, al contrario de su antepasado “anticuado”, es muy tolerante y permisivo con el pecado. De su vida personal ese pecado se transmite a su familia, y desde ahí, es traído a la Iglesia.
La profeta de Dios, Ellen White nos ha dejado escrito sobre cómo tenemos que erradicar el pecado y cómo tratar con los pecadores. ¿Pero cuántos son los que han leído los Testimonios para la Iglesia? ¿Y cuántos son los que están dispuestos a aplicar las indicaciones de Dios sin temor de hombres?
La siguiente cita es un fragmento de una carta escrita por Ellen White para transmitir un mensaje divino a una hermana apostata.
Lo que quiero con eso es resaltar la firmeza del lenguaje en llamar al pecado por su nombre.
En los Testimonios, a medida que los estoy leyendo, me impacta esta firmeza de la sierva del Señor. Ella dice directamente y sin reparo a los pecadores que son; “mentirosos”, “perezosos”, “engañados”, “fanáticos”, “guiados por satanás”, les dice que, “mejor dejen de venir a la iglesia”, que venir y transmitir sus imperfecciones a los demás, y dice otras muchas cosas intolerantes a los ojos de los pecadores de hoy que han recibido el "evangelio de tolerancia" que tolera sus pecados continuamente; la profeta de Dios “juzga” con firmeza a los pecadores rebeldes, con palabras por las cuales hoy, te eliminan de la Iglesia en un pis-pas.
         "Sus ideas peculiares [las ideas de esa hermana rebelde] han ejercido un control tan poderoso sobre su mente que Ud. no puede explayarse en ninguna otra cosa. En una reunión consideró que era su obligación especial imponer sus opiniones. Se ha colocado por encima de la Iglesia como si hubiera sido exaltada y estuviera en la luz, y ellos deban ascender hasta su posición y aceptar sus puntos de vista. Ud. es fanática; su imaginación no es sana.  Su influencia hará daño, solo daño, a menos que se vuelva humilde y dócil para ser instruida... Satanás logra el máximo éxito cuando puede llenar las mentes con este tipo de santa y piadosa consagración, que no tiene nada que ver con la consagración que se revela en la Palabra de Dios.  En resumen, es un don espurio el que Ud. posee." (Carta 10,  del 5 de agosto de 1870, dirigida a un miembro de la iglesia del estado de Nueva York).
     Vivimos tiempos cuando si dices al ladrón que es ladrón eres acusado de ser intolerante y que insultas, y que no tienes amor. Si dices a un miembro de la Iglesia que es un fanático (cuando lo es), que no conoce la Biblia (cuando no la conoce), u otras cosas similares, vas a comprobar, como yo, cuánto amor tienen tus hermanos y hermanas y cuan "tolerantes" son ellos con los que apuntan el dedo a sus amados pecados.
     La apostasía es necesaria en la Iglesia. Dios lo permite. Es el medio para limpiar la escoria. Sin apostasía no hay zarandeo. El zarandeo va a separar el trigo de la paja. Lo importante para cada uno de nosotros es, transformarse en trigo.

     Los cobardes no van a entrar en el Cielo.
          Tenemos que levantarnos contra el pecado y no ser tolerantes con las nuevas falsas doctrinas de demonios.
     La unidad solo existe en la verdad de Cristo y no debemos unirnos a pesar de los errores que hay entre nosotros. Solo podemos estar unidos si todos nosotros vivimos en obediencia a la Ley de Dios. ¿Qué unidad puede haber entre la luz y la tiniebla? ¿Dónde en la Biblia pone que yo tengo que ser tolerante y unido con mi hermano que peca continuamente a pesar de toda la enseñanza bíblica?
     Satanás, mediante pastores y miembros no-convertidos transmite su “evangelio de tolerancia” confundiendo las mentes dormidas de los hijos de Dios.
     ¡Hay que amar al pecador, no a su pecado!
     Si el pecador no quiere dejar de pecar, mi Biblia me dice, “ni comer con él”, y “tratarlo como a un pagano”. ¿Y cómo dice la Biblia que hay que tratar a un pagano? Pues no unirte con él en ningún caso. Hay que ser amable con él y cortes, y orar por él y ayudarlo en todo que puedes, pero eso no significa aceptar su comportamiento en el templo de Dios, ni unirte con él en la Iglesia, “para evitar escándalo hermano”, o “para no crear división hermano”. ¡Mentira! ¡Y abominaciones en la Casa de Jehová!
     Hermano y hermana, lee tu Biblia y los Testimonios para la Iglesia con oración, y no te dejes influenciar por los modernos adeptos del sincretismo religioso.
     ¡Pide a Dios discernimiento y entendimiento cada día!
     ¡Lee lo que dijo el Salvador y la Cabeza de la Iglesia, Jesús el Cristo!
¡La Palabra de Dios divide, no Satanás! Satanás solo usa la Palabra de Dios, la complacencia, el amor a sus pecados y la cobardía de los miembros de la Iglesia para dividir a los que no saben lo que dice la Palabra de Dios y los Testimonios.
¡Increíble! Y la Iglesia duerme en “amor y paz”… y tolerancia.

Por callar, por tener miedo a no ser llamados “intolerantes”, por ser cobardes, tenemos hoy en la Iglesia: música mundanal, pastores carismáticos, sermones pentecostales, mujeres con minifaldas y pantalones y otras prendas sexy que incitan a la perversión sexual, con joyas y maquillaje y que usan anticonceptivos, miembros que comen de todo, mujeres pastoras y ancianas, vestimenta mundanal en general, bebedores de café (drogadictos), celebraciones del día del padre/madre/San Valentín/todos los demás santos/navidad/halloween, y todas las demás fiestas paganas, y todo lo que existe en el mundo (un sinfín de otras abominaciones.
     ¿Y qué más voy a decir?
         Todo lo que hay en el mundo, lo hay también en la Iglesia. Pero ninguna diferencia hay entre el profeso pueblo de Dios y el mundo. ¡Israel y Babilonia unidos contra Dios!
¿Dónde está la diferencia entre los miembros de la Iglesia y el mundo? Solo en el nombre de la denominación. Unos se llaman con jactancia Adventistas (pero son de la sinagoga de Satanás –Rev 2:9) y otros se llaman con jactancia Católicos, Rockeros, Ateístas, Pentecostales, Hindúes, etc. etc. pero todos son iguales. ¡Todos son uno!

Este es el “evangelio ecuménico de tolerancia” predicado por el papado, la Bestia, que promueve su doctrina hoy, justo de los púlpitos Adventistas. ¿Te acuerdas de la Bestia hermano mio? ¿Por qué hace tanto tiempo que nadie habla de la Bestia en tu iglesia? Porque hoy eso será una gran muestra de "intolerancia" y "fanatismo". Pero te aseguro que la Bestia, el papado romano, hace los últimos preparativos para acabar con tu religión y con tu Iglesia para poder acabar con tu salvación también.

¿Vas a seguir callado? ¿O vas a abandonar la Iglesia para unirte con un grupo de "disidentes de sostén propio" conducidos por el diablo. Las dos opciones son de inspiración infernal. Cada vez más grupos de "Adventistas Independientes", "Adventistas Libres", "Adventistas Verdaderos", "El Evangelio Eterno", "El Gran Engaño", etc. Hay un montón de grupos "misioneros" en todo el mundo. Pero te advierto y te aseguro que todos estos "autojustificados", “santos” y “puros” que actúan fuera de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, son puros fanáticos engañados por Satanás, que están engañando a los indoctos que no conocen la Palabra de Dios - La Biblia y el Espíritu de Profecía (y de modo especial los Testimonios para la Iglesia).

      La única opción correcta es: Arrepentirnos, ser santificados cada día practicando la verdad, y levantarnos para hablar en contra del pecado. ¡Sin temor! ¡Jehová es mi justicia! ¡Debemos temer a Dios no a los hombres!
“Y dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en Su nombre: Pero Su Palabra fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, traté de sufrirlo, y no pude. Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si tropezaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.”
“Tú pues, ciñe tus lomos, y levántate, y háblales todo lo que Yo te mande. No temas ante ellos, para que Yo no te quebrante delante de ellos.”
“No temas delante de ellos, porque Yo estoy contigo para librarte, dice Jehová. (Jeremías 20:9-10; 1:17,8)
“Así dice Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas [ellos] dijeron: No andaremos.” (Jeremías 6:16)

Tenemos que volver al Adventismo antiguo. ¡Ahora! ¡Es nuestra última oportunidad!
¡Satanás no quiere que tú leas los Testimonios!
No todos recibirán la amonestación, ni se van a arrepentir, pero no por esto tenemos que desanimarnos y callar.
Ama a tus hermanos, como Cristo amó a la Iglesia y dio Su vida por ella.

“La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros. Amén.”

FIN

¡No me juzgues! (parte 2)




EL EVANGELIO DE TOLERANCIA vs DISCIPLINA EN LA IGLESIA
Parte 2

La Tolerancia No Es Indiferencia O Pasividad.

Hay que distinguir entre la tolerancia genuina y la pasividad o la indiferencia moral, que es inherente en el “evangelio de tolerancia”. Demasiado de lo que sucede bajo el nombre de tolerancia, no es el resultado de la evaluación de principios, sino que es, simple indiferencia moral. Es simplemente, falta de interés en lo que hacen los demás, en lo que ellos creen y en cómo se comportan: Esta es una filosofía peligrosa y anti-Bíblica:“¿Qué me interesa a mí, soy yo guarda de mi hermano?”
Cualquiera sociedad o grupo que es indiferente a la verdad, está en bancarrota moral, porque no está dispuesto, o es incapaz de discernir el bien del mal. Cualquiera iglesia que se inclina a este nivel de indiferencia, inevitablemente invitará el juicio de Dios sobre sus miembros.

         "Dios considera a Su pueblo como un cuerpo, responsable por los pecados que existen en los individuos que están entre ellos. Si los dirigentes de la Iglesia descuidan la investigación diligente de los pecados que traen el desagrado de Dios sobre el cuerpo, llegan a ser responsables por estos pecados." (3TI 298)
¿Te parece intolerante esta declaración del Espíritu de Profecía? Esta es la razón por la cual los Adventistas del Séptimo Día deberían tomar muy en serio la disciplina eclesiástica.
Desafortunadamente, aquellos que han aceptado el “evangelio de tolerancia”, no creen ni en la disciplina de la Iglesia, ni en las razones para ello.

RAZONES PARA DISCIPLINA EN LA IGLESIA

El Manual de la Iglesia dice:
"Entre los pecados graves por las cuales los miembros estarán sujetos a la disciplina de la Iglesia se encuentran los siguientes:
-         La negación de la fe en los principios fundamentales del Evangelio y en las doctrinas cardinales de la Iglesia, o la enseñanza de doctrinas contrarias a ellas.
-         La violación de la Ley de Dios, tal como la adoración de ídolos, el homicidio, el robo, la profanidad, los juegos de azar, la transgresión del Sábado, y la falsedad voluntaria y habitual.
-         La violación del séptimo Mandamiento de la Ley de Dios con respecto a la institución del matrimonio, al hogar Cristiano y a las normas bíblicas de conducta moral.
-         Abuso sexual contra niños, jóvenes y adultos vulnerables, la fornicación, la promiscuidad, el incesto, las prácticas homosexuales, la producción, uso o distribución de pornografía, y otras perversiones sexuales.
-         El nuevo casamiento de una persona divorciada, excepto el cónyuge que permaneció fiel a los votos matrimoniales en un divorcio causado por adulterio o por perversiones sexuales del otro cónyuge.
-         El uso de la violencia física, incluyendo la violencia familiar.
-         El fraude, o el faltar voluntariamente a la verdad en los negocios.
-         La conducta desordenada que traiga oprobio a la causa.
-         La adhesión o la participación en un movimiento u organización divisionista o desleal.
-         La persistente negativa en cuanto a reconocer a las autoridades de la Iglesia debidamente constituidas, o negarse a someterse al orden y a la disciplina de la Iglesia.
-         El uso, la elaboración, o la venta de bebidas alcohólicas.
-         El uso, la manufactura, o la venta de tabaco en cualquiera de sus formas para consumo humano.
-         El uso indebido, la elaboración, o el tráfico de narcóticos y otras drogas.

Aunque hoy el café no está incluido en la lista de “pecados disciplinarios”, la profeta del Señor lo declara una droga peligrosa. Aquí dejo unas citas del Espíritu de Profecía respecto a esta bebida adictiva, que es una droga:
El té, el café y el tabaco son todos estimulantes, y contienen veneno. No solamente son innecesarios, sino perjudiciales, y deben ser descartados si hemos de agregar al conocimiento, la temperancia.” The Review and Herald, 21 de febrero de 1888.        
         “No bebáis nunca té, café, cerveza, vino o cualquier otra bebida alcohólica…. El té, el café, y el tabaco, así como las bebidas alcohólicas, constituyen diferentes grados en la escala de los estimulantes artificiales… Es una advertencia de las más fuertes contra el uso de estimulantes y narcóticos tales como el té, el café, el tabaco, el alcohol y la morfina. Estas complacencias pueden bien ser clasificadas entre la concupiscencia que ejerce una influencia perniciosa sobre el carácter moral. (Ellen G. White. Consejos Sobre el Régimen Alimenticio, 507)
Y por si acaso alguien queda con dudas:
         “El beber té y café es un pecado, una complacencia dañina, que, a semejanza de otros males, perjudica el alma.”(Íd. 511)
Aunque el Espíritu de Profecía se refiere al café como a una droga, y enfatiza que es un pecado su consumo al lado del tabaco y el té (verde o negro), los líderes modernos han puesto bajo un silencio de muerte (!!) este aspecto, seguramente por motivos de tolerancia. Bueno, ese “silencio de muerte” según mi Biblia, será la recompensa para los que actúan de este modo. Este paréntesis es un ejemplo de “intolerancia crasa”.

Continuemos con el Manual de la Iglesia:
"La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce la necesidad de ejercer un gran cuidado para proteger los intereses espirituales más elevados de sus miembros, para garantizar un trato justo, y para salvaguardar el nombre de la Iglesia.
En caso de transgresión de los Mandamientos de Dios, donde hay un profundo arrepentimiento y la confesión plena y libre, dando evidencia de que la auténtica conversión ha tenido lugar, la Iglesia puede imponer medidas disciplinarias al colocar al transgresor bajo censura por un período determinado de tiempo.
Sin embargo, en caso de violación flagrante de la Ley de Dios, que ha traído reproche público a la causa, a la Iglesia, puede resultar necesario, a pesar de que se ha hecho una confesión sincera, eliminar a una persona de la membresía de la Iglesia, para proteger su nombre y sus normas Cristianas. Más tarde, cuando es evidente que la vida de la persona es consistente con las normas de la Iglesia, el delincuente puede ser recibido de vuelta al redil, después de bautizarse de nuevo. La Iglesia no puede permitirse el lujo de tratar a la ligera con tales pecados, ni permitir que consideraciones personales pueden afectar a sus acciones. Debe registrar su desaprobación decisiva y contundente a los pecados de fornicación, el adulterio, a todos los actos de indiscreción moral, y a otros pecados graves; al mismo tiempo, debe hacer todo lo posible para restaurar y recuperar a los errantes.
A medida que el mundo crece continuamente más permisivo en materia moral, la Iglesia no debe bajar los estándares establecidos por Dios." (Manual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Edición 2000, páginas 184, 185).

Por desgracia, cada vez que aparece el tema de la disciplina en la Iglesia, los adeptos del “evangelio de tolerancia” presentan su doctrina de “¡no me juzgues!” con toda intolerancia posible. Pero el “evangelio de tolerancia” es un grave error y la doctrina de "¡no me juzgues!" sobre la cual se basa es igualmente destructiva, como intentaré demostrar más adelante.
         Si solo la mitad de las normas escritas en el Manual de la Iglesia se pondrían en práctica en todas las comunidades locales, más de la mitad de los actuales líderes y miembros de la Iglesia deberían ser eliminados de la Iglesia de inmediato. Y... bueno... entonces… mucha gente se quedaría sin trabajo. Y... quedarte sin trabajo, significa quedarte sin dinero. Así que uno puede intuir el aspecto económico del “evangelio de tolerancia”, además de contribuir en la estrategia infernal para la destrucción de la Iglesia de Dios.

LA DOCTRINA, "¡No me juzgues!"

La declaración de Cristo: "No juzguéis, para que no seáis juzgados", es tal vez el segundo más popular verso en la Biblia, al lado del mandato de Cristo de, "amarnos unos a otros." Creo que todos hemos citado personalmente estas palabras, “no juzgues”, o, “no me juzgues”, en un momento u otro. Incluso aquellos que no van a la iglesia los han aprendido de memoria y los emplean a su favor cuando tratan de “devolver la pelota” a los Cristianos. Este texto, usado por los adeptos a la doctrina de “no me juzgues”, es tan poderoso, que incluso cuando nos vemos obligados a decir palabras de reproche o crítica, el prefacio de nuestros comentario es: “Bueno, sé que no debemos juzgar, pero...”, y cuando nos empeñamos en juzgar las opiniones erróneas y los malos comportamientos de los demás (no sus personas) nos encontramos con el comentario: "¿Quién eres tú para juzgar?"
         Pocos conocen, sin embargo, que comentarios como “¡no me juzgues!”, o “¿quién eres tú para juzgar?”, tienen sus raíces en un sistema ético conocido como relativismo.
         El relativismo no cree en la objetiva, universal y absoluta moralidad, afirmando que no hay estándares de correcto e incorrecto. Según este sistema, la moralidad es subjetiva, cambia de persona a persona, de un lugar a otro, y con el paso del tiempo. Y dado que no existen normas morales, todos tienen que ser dejados a vivir como mejor les parezca. Como estamos educados hoy, en la mentalidad popular, hay que, “vivir y dejar vivir”. Según este sistema debemos estar “abiertos” a otras creencias, a otras convicciones morales y a todos los diferentes estilos de vida, incluidas todas las perversidades imaginables del ser humano. Debido a que el relativismo enseña que no existe la moralidad absoluta se argumenta que no podemos justificadamente hacer juicios morales o evaluar acciones y creencias, como moralmente correcto o incorrecto. Según esta visión, cualquiera que intenta demostrar que hay una manera correcta o incorrecta de hacer las cosas, es considerado dogmático o intolerante. Sin embargo, esta doctrina relativista de “no me juzgues” es inconsistente, contradictoria a sí misma, y completamente anti-bíblica.

1.     Inconsistente y Auto-Refutable
Voy a ilustrar la incoherencia y el absurdo de la filosofía “no me juzgues” por una conversación que tuve con una amiga que llamaré, Lucy (y no por casualidad). Ella se enorgullecía de ser una erudita Adventista, progresista y tolerante, hasta que empezamos a discutir la cuestión de la homosexualidad. Entonces ella me dijo:
"Yo no tengo ningún problema contigo cuando expresas y defiendes tu punto de vista sobre la homosexualidad. Pero es muy malo ser crítico.”
         "¿Qué hay de malo en eso?" pregunté yo.
         "No es justo juzgar a los demás, sólo Dios puede hacer eso", dijo.
         "Si es un error juzgar a las personas Lucy, ¿por qué me estás juzgando? ¿Eres Dios?"
La pregunta la cogió totalmente por sorpresa.
Esto expone la inconsistencia en la filosofía "¡no me juzgues!".
Lucy, por un lado negaba todos los absolutos morales, y, por otro lado, quería  proclamar sus propios absolutos e imponermelos a mí. La declaración, "No es justo juzgar a otras personas", es en sí misma un juicio moral, el mismo tipo de juicio que mi amiga estaba negándome a mí. Mi respuesta la detuvo por un momento. Luego de recobrar la compostura, intentó otro enfoque:
         "Tal vez no me estoy expresando bastante bien", dijo. "Está bien juzgar a las personas, siempre y cuando no les impones tu moralidad."
         "Es esa tu moralidad, Lucy?"
         "Sí".
         "¿Entonces por qué me estás imponiendo tu moralidad?" repliqué.
Una vez más, mi amiga se encontró luchando con la inconsistencia de su doctrina relativista. En un último esfuerzo exasperado, dijo:
"Escucha, no puedo expresarme lo suficientemente bien, pero estoy segura de que sabes lo que quiero decir."
"No, Lucy, no sé lo que quieres decir. No puedes expresarte bien porque tu ética relativista no tiene sentido. Es contradictoria y contraproducente. Has desafiado la legitimidad de mi juicio moral que hice sobre la homosexualidad pero tu intento en sí implica un juicio moral, el mismo juicio moral en contra del cual estás luchando. La verdad es que existen principios morales universales absolutos de bien y de mal mediante cuales podemos hacer juicios. Pero tú eres una relativista por lo que ni siquiera puedes decir que mis juicios están equivocados".

Cito este diálogo para demostrar que la doctrina “¡no me juzgues!” y la filosofía relativista en que se basa, no tienen ningún sentido lógico. Cuando la gente dice, “¡No me juzgues!”, pregúnteles, “¿Por qué no?”. Descubrirás que no pueden darte una razón significativa porque la doctrina es inconsistente y se refuta a sí misma. Y también es anti-bíblica.

2. Una Doctrina Bíblicamente Cuestionable
A pesar de que la declaración de Jesús en Mateo 7:1 es el texto clave para el “evangelio de tolerancia-¡no me juzgues!”, el pasaje no enseña que es un error juzgar las acciones de las personas. En primer lugar, cuando Jesús dijo: "No juzguéis, para que no seáis juzgados", la palabra original que se representa aquí, "juzgar", es, “krino”. Esta palabra se utiliza en diversos sentidos en el Nuevo Testamento. Y puede significar:
a. Sopesar cuidadosamente y formar una opinión como en, "Como a sabios hablo; juzgad vosotros lo que digo(1ª Cor 10:15), y en, "Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse?" (1ª Cor 11:13 - otro tema de debate “intolerante”).
b. Llegar a una conclusión como en; ¿cuál de ellos le amará más?" (conversación entre Cristo y Simón, el curado de lepra) "Rectamente has juzgado." (Lucas 7:43).
c. Considerar o tener en cuenta a alguien de una determinada manera; por ejemplo: Si habéis juzgado que soy fiel al Señor”, (Hechos 16:15), es decir, "Si consideráis, o si tomáis en cuenta que yo soy fiel…"
d. Poner en (llevar al) juicio ante un tribunal como en, Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley.” (Juan 18:31).
e. Condenar; por ejemplo, ¿Acaso juzga nuestra ley a un hombre, sin antes oírle” (Juan 7:51)
f. Despreciar; como en, El que come, no desprecie..., y el que no come, tampoco juzgue (Romanos 14:3)

Los ejemplos anteriores muestran que el significado básico de "krino" es “hacer juicio”, o “juzgar”. El contexto de uso de la palabra, sin embargo, determina su significado exacto y lo correcto o incorrecto de juzgar. Por ejemplo, cuando Jesús dijo en Juan 7:24, "No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio", el contexto nos dice cómo juzgar, es decir, no de acuerdo a la apariencia, sino conforme a la justicia.
También la declaración de Pablo en Romanos 14:3, 4, El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno?”, sugiere que él estaba condenando por una especie de juicio presuntuoso de juzgar, o hacer juicio sobre los motivos de los otros, que son conocidos solo a Dios.
Así que, para determinar qué quiso decir Jesús cuando dijo en Mateo 7:1, "No juzguéis, para que no seáis juzgados", es importante tener en cuenta el contexto en el que se encuentra el pasaje. Por eso, vamos a leer los siguientes 5 versículos de Mateo 7:1-5
1. No juzguéis, para que no seáis juzgados.
2. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os volverán a medir.
3. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, pero no consideras la viga que está en tu propio ojo?
4. ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí hay una viga en tu propio ojo?
5. ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, entonces verás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano.

         Fin segunda parte

         En la tercera y última parte de este articulo, vamos a ver lo interesante y constructiva que puede ser la Palabra de Dios, cuando la dejamos hablarnos sin interpretar nosotros el mensaje que nos quiere transmitir.
¡No me juzgues! (parte 3)