viernes, 3 de abril de 2015

¡No me juzgues! (parte 1)



EL EVANGELIO DE TOLERANCIA vs DISCIPLINA EN LA IGLESIA

El “evangelio de tolerancia”, es un intento mundano para ganar almas y mantenerlos en la Iglesia a pesar de sus pecados. Aquellos que creen en este evangelio de moda, sostienen que más personas se unen a la Iglesia y permanecen en ella, si en lugar de "juzgar a la gente", simplemente "los aceptamos tal como son".
Este “evangelio”, es predicado más fuerte cuando un miembro se levanta para “ofender” a los demás, militando para y defendiendo la disciplina en la Iglesia.
           La falsa base “bíblica” para este “nuevo evangelio moderno”, es la declaración de Cristo en el Sermón del  Monte: 
"No juzguéis, para que no seáis juzgados." Mateo 7:1

Los que han aceptado el “evangelio de tolerancia”, insisten en que no es correcto que la Iglesia discipline a nadie. Dado que solo un Dios infalible puede juzgar realmente a alguien, los defensores del nuevo "evangelio" dicen que aquellos que insisten en disciplinar a un hermano en la fe son hipócritas, o fariseos, porque ellos también son pecadores, al igual que el al que están juzgando.
Los Adventistas del Séptimo Día que encuentran este “evangelio de tolerancia” atractivo, lo visten en las palabras de Ellen White. Ellos encuentran apoyo en el comentario de la Hna. White al Sermón del Monte:
"Cristo aquí no da a nadie la libertad para juzgar a los demás. En el Sermón del Monte, Él prohibió esto. Es prerrogativa de Dios.” (Obreros Evangélicos, 519)

También ellos citan la declaración de Ellen White en relación a la parábola de Cristo del trigo y la cizaña (Mateo 13):
"La parábola de Cristo nos enseña a ser humildes y a desconfiar de nosotros mismos, y a no juzgar, ni condenar a los demás." (PVGM, 74)

En este artículo vamos a examinar el “evangelio de tolerancia”, argumentando que es inconsistente, contradictorio, y no-Bíblico, y vamos a ver más de cerca, Mateo 7:1 y las declaraciones de Ellen White, que a menudo se citan en apoyo a esta falsa doctrina.

EL NUEVO EVANGELIO DE TOLERANCIA

El “evangelio de tolerancia” argumenta que muchas personas han dejado de venir a la Iglesia principalmente porque los miembros son demasiado críticos. Para ser protectora, la Iglesia debe ser tolerante. La tolerancia se compara con una mente abierta, y la persona que se levanta en favor de las enseñanzas y las prácticas Bíblicas es vista como un fanático. Por lo tanto, incluso si una persona está en el camino equivocado, debemos no molestarla. La Iglesia no la debe disciplinar.
Hay algo de verdad, por supuesto, en la observación de que los miembros de la Iglesia a menudo son hipócritas y se precipitan al juzgar a sus herman@s cuando pecan. Pero los defensores de este punto de vista se equivocan seriamente, cuando afirman que es un error juzgar a las personas que están en error. Los que promueven y creen en este “evangelio de tolerancia”, lo hacen por dos razones principales.
·        En primer lugar, lo confunden con el respeto, la educación y la cortesía.
·        En segundo lugar, muy pocos entienden lo que es, la verdadera tolerancia.

Confundir la Tolerancia con el Respeto

          El diccionario RAE define la tolerancia como; "Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.”
La tolerancia genuina requiere que permitamos que la persona que defiende las creencias que consideramos equivocadas, tenga derecho a hacerlo. En consecuencia, una persona tolerante es aquella que es cortés y comprensiva, y no tiene prejuicios contra otras personas o sus ideas y creencias, ni se entromete o impone sus puntos de vista sobre los demás. La tolerancia, en este contexto, significa estar libre de prejuicios y puntos de vista dogmáticos.
Este significado de la tolerancia (conocido como "tolerancia cívica"), se puede equiparar con el respeto. Es una de las virtudes consagradas en las leyes constitucionales de las sociedades civilizadas y democráticas. Respetamos a las personas que tienen creencias diferentes a las nuestras. Los tratamos con cortesía y les permitimos expresar sus puntos de vista en discursos públicos, aunque es posible que estemos en desacuerdo con ellos y luchemos enérgicamente contra sus ideas en la plaza pública.
Pero mientras que las personas tienen derecho a tener y expresar sus puntos de vista, el respeto, o cortesía, no se debe confundir con el “evangelio de tolerancia”.
         Hay una enorme diferencia.
         Mientras que la tolerancia cívica sostiene que todas las personas deben ser respetadas y sus opiniones deben obtener una audiencia cortés, el “evangelio de tolerancia” va más lejos, al sostener que todos los puntos de vista y prácticas tienen el mismo valor, mérito, o verdad.

Tolerar y respetar a las personas (tolerancia cívica) se confunde con tolerar sus ideas y prácticas (evangelio de tolerancia).

Según este falso evangelio, ninguna idea o comportamiento pueden ser opuestas, independientemente de la amabilidad, sin invitar a la acusación de ser "crítico", "intolerante", "irrespetuoso", "fanático", "extremista", o alguna otra dura acusación.
Lo que se predica hoy mediante el “evangelio de tolerancia” no es tolerancia en absoluto, sino una ideología de pluralismo en los sistemas de creencias, el relativismo (todo vale) en la ética, y la permisividad en el comportamiento.

La mayoría no se dan cuenta de que la idea de que todos los puntos de vista y prácticas tienen igual valor, no sólo es falsa, sino francamente absurda.

El sentido común nos dice que algunos puntos de vista son claramente falsos y algunas prácticas son claramente erróneas. No obstante, ninguna sociedad civil, de “mente abierta” pretende tolerar todo tipo de ideas y comportamientos.
Si lo hiciera, no habría necesidad de tribunales de justicia y policía para arbitrar entre las pretensiones rivales. Existen en todas las sociedades, algunas creencias y valores principales, que no son negociables.

Resulta anarquía cuando una sociedad no puede hacer juicios sobre lo correcto e incorrecto.
Lo que es cierto en la sociedad, también es válido en la Iglesia.

Ninguna iglesia Cristiana puede aceptar legítimamente la permisividad en el comportamiento, o el pluralismo de sus miembros en sus creencias.

Mientras que la Iglesia debe mostrar respeto a todas las personas, la Iglesia también debe declarar que hay algunos puntos de vista que son erróneos y algunas prácticas que no son moralmente aceptables.

La disciplina de la Iglesia, es el medio que la Iglesia emplea para asegurar que los miembros no pueden creer o hacer cualquier cosa que quieran. De lo contrario, ¿para qué sería necesaria una iglesia?
Así que el “evangelio de tolerancia” es insensato, si no herético, cuando confunde el respeto a las personas, con la tolerancia a sus ideas y comportamiento.

Entender Mal el Significado de la Tolerancia

La segunda razón por la cual el “evangelio de tolerancia” es muy popular, es que pocos entienden la verdadera naturaleza de la tolerancia.
Hoy en día, si pensamos que las creencias o el comportamiento de alguien están mal, se nos considera intolerantes, fanáticos, o de mente estrecha. Las opiniones morales contrarias son etiquetados como, "imponer tus opiniones a los demás”.
El problema es que muchos de los que tiran las acusaciones de intolerancia, no entienden completamente algunas ideas importantes que son inherentes al concepto de tolerancia.

         La tolerancia no es pluralismo.
El “evangelio de tolerancia” toma el hecho claramente observable de que existe una pluralidad de puntos de vista, valores y prácticas en la sociedad, y llega a la conclusión ilegitima de que a todos los puntos de vista se debe conceder el mismo valor, o que no hay manera justificada de elegir entre ellos.
 Da un salto en la lógica cuando sostiene desde lo que es (la pluralidad de puntos de vista), a lo que debería ser (el pluralismo de creencias y la ética).
En esta visión equivocada, cualquiera que intente demostrar que hay una manera correcta y una manera incorrecta, es considerado "dogmático" o "intolerante".
Pero mientras que la tolerancia genuina admite que hay muchas afirmaciones que compiten en las creencias y estilo de vida, nadie tolera exactamente todo.

¡Observa la reacción de los predicadores del “evangelio de tolerancia” cuando alguien les roba sus pertenencias más valiosas o les abusa a sus niños!

Todos hacemos juicios de valor sobre lo correcto o incorrecto, de ciertas ideas y comportamientos, tanto si se trata de robar, matar, guerra, aborto, pena capital, racismo, homosexualidad, divorcio y re-casamiento, o pornografía, etc.
Dado que todo el mundo sostiene que algunas cosas deben o no deben ser toleradas, la verdadera cuestión no es si uno es tolerante, sino más bien lo que está incluido en la lista de uno y por qué.

         La tolerancia implica desacuerdo.
Hoy, lo único que tenemos que hacer para ser considerados intolerantes, es estar en desacuerdo con alguien, sobre todo en ciertos temas candentes.
         Cuando eso sucede, el “evangelio de tolerancia” etiqueta la expresión de opiniones contrarias como, "imponer tus opiniones a los demás".
Los que difieren en ciertos aspectos, se consideran intolerantes y de mente estrecha.
         La verdad, sin embargo, es que no podemos tolerar a los demás, a no ser que no estamos de acuerdo con ellos.
         Nosotros no toleramos las personas que comparten nuestros puntos de vista.
         No toleramos algo que aceptamos, o que nos resulta indiferente, ya que no requiere nada de nosotros.
         En cambio, la tolerancia está reservada (la tenemos) para aquellos que pensamos que están equivocados.
Desafortunadamente, este elemento esencial de tolerancia-desacuerdo, a menudo se pierde en el debate actual sobre la tolerancia.
         Sobre la mayoría de los predicadores del “evangelio de tolerancia-¡no me juzgues!”, por ejemplo, no se puede decir con razón que son tolerantes con respecto al comportamiento homosexual, ya que no se oponen a ello.
Por definición, la tolerancia implica desacuerdo o disgusto.

         La tolerancia implica intolerancia.
Una paradoja que a menudo se pasa por alto en el concepto de la tolerancia es que, en el fondo, la tolerancia, es una especie de intolerancia. Dado que la tolerancia requiere un desacuerdo y la objeción inicial, se deduce que la persona menos tolerante, es la persona que acepta todo, porque esa persona no está obligada a superar las objeciones internas.
Por consiguiente, no debemos dejarnos intimidar por la etiqueta de, "intolerante".
La persona más intolerante, es la que no tiene ninguna, o muy pocas, convicciones en general. Irónicamente, el Cristiano creyente en la Biblia (el que sostiene "las creencias dogmáticas") puede ser mucho más tolerante que sus atacadores, ya que hay muchas otras cosas a las que la Biblia se opone.

         La tolerancia no es impotencia, o coerción.
Pero debido a que la tolerancia implica un cierto tipo de intolerancia, esto no significa una falta de poder, o un abuso de poder. Si podríamos hacer algo que es posible hacer, pero no tenemos poder para hacerlo, no seriamos tolerantes, sino impotentes.
Mucho de lo que hay bajo la mascarada de la tolerancia hoy, no es auténtica tolerancia en absoluto, sino en realidad, cobardía y miedo a ser impopular a los ojos de nuestra cultura relativista.
En el contexto de la disciplina en la Iglesia, muchas iglesias así llamadas tolerantes, que no logran disciplinar a los miembros descarriados, traicionan su impotencia o falta de columna vertebral. La tolerancia genuina, siempre implica una restricción en el ejercicio prudente del poder legítimo. Porque Dios ha investido la Iglesia con el poder de la disciplina. (Mateo 18:15-18).

"A la Iglesia le ha sido conferida la potestad de obrar en lugar de Cristo. Ella es el instrumento de Dios para conservación del orden y de la disciplina entre Su pueblo. El Señor le delegó la potestad de arreglar todas las cuestiones referentes a su prosperidad, pureza y orden. A ella le incumbe la responsabilidad de excluir de su comunión a los indignos, que por su conducta contraria a la de Cristo deshonrarían la verdad. Todo cuanto haga la Iglesia, de acuerdo con las direcciones dadas en la Palabra de Dios, será ratificado en el Cielo." (Obreros Evangélicos 518).
Por lo tanto, una Iglesia genuinamente tolerante, no puede dejar de ejercer su autoridad dada por Dios para disciplinar a los miembros descarriados. Este ejercicio puede tener un efecto curativo, o salvador en la vida de los miembros.

"El Señor desea que los que le siguen ejerzan gran cuidado en su trato mutuo. Han de elevar, restaurar y sanar. Pero no debe haber en la Iglesia negligencia de la debida disciplina." (7TI 251)
Mientras que la tolerancia no es impotencia, la falta del juicio en el ejercicio de poder, es abuso de poder. Si ejercemos nuestro poder imponiendo nuestros puntos de vista (ya sea buenos o malos) a los demás, no es sólo intolerancia, pero coerción.
Irónicamente las iglesias, las impotentes, que toleran todo tipo de creencias y prácticas cuestionables, también tienden a ser las más intolerantes hacia los miembros fieles que tratan de defender las enseñanzas y los estilos de vida  Bíblicos. A pesar de que dicen ser de “mente abierta”, no siempre reciben con amabilidad los puntos de vista Bíblicos opuestos.
Tal vez debería añadir entre paréntesis, que es por eso que se ha convertido en un riesgo estos días para cualquiera que se levante a cuestionar la legitimidad Bíblica de las ideologías que están invadiendo la Iglesia, cosas tales como la alta crítica, la homosexualidad, el divorcio no bíblico y el re-casamiento, la ordenación de las mujeres como pastores/ancianos, la música rock, los estilos de adoración modernos (carismático-ecuménicos), etc.
Los que valientemente se levantan en contra de estas prácticas, a menudo son vilipendiados, cuando no perseguidos, y no pocas veces excluidos de la Iglesia. Y a veces es muy difícil que Adventistas fieles, sean contratados o retenidos en empleo o funciones en la Iglesia, a pesar de que pueden ser de los más calificados. Esta política es por lo general no escrita, pero los que están familiarizados con varias situaciones, pueden dar testimonio de la actitud intolerante hacia los que defienden la posición Bíblica en las cuestiones ideológicas.
La tolerancia genuina, en contraste con el “evangelio de tolerancia”, no es ni impotente ni coercitiva. Siempre implica una restricción en el ejercicio prudente del poder legítimo. En la Iglesia, la tolerancia genuina se manifiesta cuando se toleran todas las personas en todas las circunstancias, de acuerdo al respeto y a la cortesía. Pero esta tolerancia Cristiana, tolera (permite) sólo las creencias y comportamientos que son bíblicamente aceptables.

Fin parte 1
¡No me juzgues! (Parte 2)

3 comentarios:

  1. Excelente exposición. Deja en claro los problemas que estamos enfrentando

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  2. La intolerancia que el mundo aduce es de la intolerancia de la permisividad y el libertinaje, dado que Dios cuestiona desde siempre la falsa moral y la controvertida ética, que es la generadora de tanto relativismo vacío como el autor del engaño

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  3. EXCELENTE, alerta de Centinelas y vigilantes para prevenir, alertar para SALVACION anunciadores a la casa de Israel, obedientes a Ezequiel 3:4,7,9,12,17,20 “…yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, mi palabra, y los amonestarás de mi parte. 18 Cuando yo diga al impío: “De cierto morirás”, si tú no lo amonestas ni le hablas, para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.”

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