sábado, 6 de enero de 2018

El Vicio Secreto y la Perversión Sexual (1)




UN LLAMADO A LAS MADRES EN RELACIÓN
CON LA GRAN CAUSA DE LA RUINA FÍSICA,
MENTAL Y ESPIRITUAL DE MUCHOS DE
LOS NIÑOS DE NUESTRO TIEMPO

por ELLEN WHITE

Traducido por Claudio Popa y el Ministerio Misionero HispaTraducción

INTRODUCCIÓN

El tema contenido en las siguientes páginas siendo dejado a nuestra disposición, nos sentimos impulsados por un fuerte sentido del deber Cristiano y el amor a la humanidad, de llevarlo ante el público en su forma actual. Creemos que no se puede atribuir demasiada importancia a este tema, y que ninguna falsa delicadeza debe evitar el estudio y la investigación exhaustivos sobre una cuestión en la que esté involucrado el bienestar presente y futuro de las multitudes. Como pueblo, que profesa estar buscando la venida del Señor y prepararse para la traslación a Su santa presencia, tal vez hemos guardado silencio durante demasiado tiempo sobre esta gran fuente de contaminación física, mental y moral, y un alto deber y responsabilidad queda por asumirse en este asunto.
Por lo tanto, apelamos sinceramente a los padres y tutores para dar a este trabajo una amplia, cuidadosa y juiciosa circulación. Las compuertas de la corrupción se han abierto sobre el mundo; y, de ninguna forma está Satanás logrando más rápidamente la ruina total de una raza caída y velozmente degenerada que a través del canal de la incontinencia y la lujuria (los deseos perversos carnales – la perversión sexual). En las siguientes páginas, el mal está completamente señalado: y para muchos, no lo dudamos, también aparecerán como una mano amiga, señalando el remedio y la vía de escape.
Nuevamente decimos, por lo tanto, que el trabajo sea distribuido fielmente de manera amplia. Sería bueno para cada miembro de la familia guardar una copia para su posesión personal. Y recordaos que no será suficiente simplemente colocar este material en las manos de los jóvenes. No dejad de explicarles hasta que tengáis buena evidencia de que el sentido moral de los individuos está tan elevado (a comprensión moral), que estudiarán y seguirán fielmente las instrucciones aquí contenidas.
Y a los jóvenes les diríamos que, al valorar la salud, la felicidad y la vida, una mente sensata, una conciencia aprobatoria y una gran sensibilidad moral, no pasen por alto este tema tomándolo a la ligera, ni olviden la advertencia que aquí se les brinda. Para vosotros puede parecer que no hay peligro, pero el peligro es tanto mayor porque es tan insidioso; y al instruiros vosotros mismos, podéis así elevar la voz de advertencia a otros, que se están sacrificando ignorantemente sobre el altar de este moloch (Baal) de la pasión.
Pero si las consideraciones que se conectan con esta vida presente no son suficientes para conmoveros, mirad más allá de este estado del ser (de la naturaleza humana), echad un vistazo a la eternidad, considerad los efectos de la perversión sexual sobre vuestro destino eterno, y, si valoráis la vida eterna, abandonad el vicio que os excluirá para siempre de la presencia de Aquel que ha dicho: “Sed santos porque Yo soy santo”.

Un llamado a las madres en relación con la gran causa de la ruina
física, mental y moral de muchos de los niños de nuestro tiempo



Hermanas mías, mi disculpa por dirigirme a vosotras sobre este tema es: soy madre, y me siento alarmada por los niños y jóvenes que mediante el vicio solitario (la masturbación) se están arruinando a sí mismos para este mundo y para el venidero. Que investiguemos de cerca este tema desde el punto de vista físico, mental y moral.
Madres, veamos primero los resultados de este vicio sobre la fortaleza física. ¿No habéis remarcado la falta de belleza saludable, la falta de fuerza y del poder de resistencia en vuestros queridos hijos? ¿No os habéis sentido tristes al observar el progreso de la enfermedad sobre ellos que ha desconcertado vuestra habilidad y la de los médicos? Estáis escuchando numerosas quejas de dolor de cabeza, catarro, mareos, nerviosismo, dolor en los hombros y el costado, de pérdida del apetito, dolor en la espalda y extremidades, de noches sin dormir (insomnio), quejas de fiebre, de cansancio por la mañana y gran cansancio después de hacer cualquier ejercicio. Como habéis visto desaparecer la belleza de la salud, y habéis remarcado el semblante pálido, o la cara con rubor antinatural, ¿os ha despertado eso lo suficiente para mirar debajo de la superficie, para investigar bien la causa de esta decadencia física? ¿Habéis percibido la asombrosa mortalidad entre los jóvenes?
¿Y no os habéis dado cuenta de que había una deficiencia en la salud mental de vuestros hijos? ¿Que su comportamiento parecía marcado con extremos? ¿Que eran distraídos? ¿Que se ponen nerviosos cuando se les habla? ¿Y se irritan fácilmente? ¿No os habéis dado cuenta cuando están ocupados en alguna tarea que parecen soñadores, como si la mente estuviera en otra parte? Y cuando recuperan el sentido, no están dispuestos a aceptar que el respectivo trabajo salió de sus manos, porque está tan lleno de errores y muestra señales de falta de atención. ¿No os ha sorprendido su maravilloso olvido? Las instrucciones más simples y frecuentemente repetidas son en seguida olvidadas. Ellos podrían aprender rápidamente, pero esa capacidad no es de ningún beneficio especial para ellos. La mente no lo puede retener. Lo que podrían aprender a través del estudio riguroso, al usar su conocimiento, ya no está, se perdió a través de su memoria similar a un tamiz. ¿No habéis notado su renuencia para realizar cualquier trabajo activo? ¿Y su falta de voluntad para lograr perseverantemente lo que han emprendido, que grava la fuerza tanto mental como física? La tendencia de muchos niños es vivir en la indolencia.
¿No habéis visto la sombría tristeza en el semblante y las frecuentes exhibiciones de mal humor en los niños que solían ser alegres, amables y afectuosos? Se alteran fácilmente con los celos, dispuestos a mirar el lado oscuro, y cuando trabajáis por su bien, ellos imaginan que sois su enemigo, que los reprendéis innecesariamente y los refrenáis injustamente.
¿Y no os habéis preguntado dónde terminará todo esto, mirando a vuestros hijos desde un punto de vista moral? ¿No habéis notado el aumento de la desobediencia en los niños y sus manifestaciones de ingratitud e impaciencia bajo restricción? ¿No os habéis sentido alarmadas por su desprecio contra la autoridad parental, que ha abatido los corazones de sus padres con dolor y ha rociado prematuramente sus cabezas con pelos blancos?
¿No habéis sido testigos de la falta de esa noble franqueza en vuestros hijos que alguna vez poseyeron y que admirabais en ellos? Algunos niños incluso expresan en sus semblantes una mirada endurecida de depravación. ¿No os habéis sentido afligidas y ansiosas porque al ver el fuerte deseo de vuestros hijos de estar con el sexo opuesto, y la disposición abrumadora que poseían para formar vínculos (amistades/noviazgos) cuando eran muy jóvenes? Vuestras hijas han sido el tema de conversación de los chicos, y vuestros hijos han sido de las chicas. Ellos y ellas manifiestan preferencia por los particulares, y vuestros consejos y advertencias producen pocos cambios. La pasión ciega destruye las consideraciones sensatas. Y aunque podéis verificar las manifestaciones externas y creer las promesas de enmienda, sin embargo, para vuestra angustia, encontráis que no hay ningún cambio, sino solo para ocultar el asunto de vosotras. Persisten las relaciones secretas y las entrevistas furtivas (visitas/relaciones ilícitas).
Ellos siguen su curso voluntario y son controlados por sus pasiones, hasta que os sorprendéis por un matrimonio prematuro, o sois avergonzados por aquellos que deberían, por su noble conducta, traeros respeto y honor. Los casos de matrimonio prematuro se multiplican. Los niños y las niñas entran en relación matrimonial con un amor inmaduro, un juicio inmaduro, sin sentimientos elevados y nobles, y toman sobre ellos los votos matrimoniales, totalmente guiados por sus pasiones juveniles. Eligen por sí mismos, a menudo sin el conocimiento de la madre que sufrió y cuidó de ellos desde la más tierna infancia.
Las relaciones (noviazgos) formados en la infancia a menudo han resultado en una unión miserable o en una separación vergonzosa. Las conexiones tempranas, si se forman sin el consentimiento de los padres, rara vez se han demostrado ser felices. Los afectos juveniles deben restringirse hasta que llegue el momento en que la edad y la experiencia suficientes los hagan honorables y seguros para ser permitidos. Aquellos que no serán retenidos, estarán en peligro de arrastrar una existencia infeliz. Un joven que no ha pasado de la adolescencia, es un mal juez de la aptitudes de una persona, tan joven como él, para ser su compañero/a de por vida. Y así, cuando su juicio se vuelve más maduro, se ven obligados a vivir juntos, tal vez teniendo poco en común para hacerles felices. Entonces, en lugar de sacar lo mejor de su suerte, se producen recriminaciones, la brecha se amplía, hasta que se establece la indiferencia y la negligencia. Para ellos no hay nada sagrado en la palabra hogar. La misma atmósfera es envenenada por palabras sin amor y amargos reproches. La descendencia de los tales se colocan en una condición mucho más desfavorable que sus padres. Con tales entornos, tales ejemplos, ¿qué se podría esperar de ellos si el tiempo continuara? Madres, la gran causa de estos males físicos, mentales y morales es el vicio secreto, que inflama las pasiones, calienta la imaginación y conduce a la lujuria. Este vicio está devastando la constitución y preparando a los jóvenes para enfermedades de casi cualquier descripción. ¿Y debemos permitir que nuestros hijos sigan un tal curso de autodestrucción?
Madres, vean a vuestros hijos desde un punto de vista religioso. Os duele ver a vuestros hijos debilitados en cuerpo y mente; pero, ¿no os causa aún mayor pena verlos casi muertos en las cosas espirituales, de modo que solo tienen poco deseo de bondad, belleza de carácter y propósitos sagrados? El vicio secreto es el destructor de la gran resolución, del esfuerzo serio y de la fuerza de voluntad para formar un buen carácter religioso. Todos los que tienen un verdadero sentido de lo que significa ser Cristiano, saben que los seguidores de Cristo están obligados como Sus discípulos a poner todas sus pasiones, sus poderes físicos y facultades mentales, en perfecta subordinación a Su voluntad. Aquellos que están controlados por sus pasiones no pueden ser seguidores de Cristo. Están demasiado dedicados al servicio de su maestro, del creador de todo mal, para decidir abandonar sus hábitos corruptos y elegir servir a Cristo.
Las madres piadosas preguntarán, con la más profunda preocupación: ¿Continuarán nuestros hijos practicando hábitos que los incapaciten para cualquier posición responsable en esta vida? ¿Acaso sacrificarán la belleza, la salud, el intelecto y toda esperanza del Cielo, todo lo que valga la pena poseer, aquí y en el más allá, para la pasión del demonio? Que Dios conceda que pueda ser de otra manera, y que nuestros hijos, que son tan amados por nosotros, escuchen la voz de advertencia y elijan el camino de la pureza y la santidad.
Cuán importante es que enseñemos a nuestros hijos el autocontrol desde la primera infancia, y aprendamos la lección de someternos sus voluntades. Si fueran tan desafortunados como para aprender hábitos incorrectos, sin conocer todos los resultados malvados, pueden ser reformados apelando a su razón y convenciéndoles de que tales hábitos arruinan la constitución y afectan la mente. Debemos mostrarles que cualquier persuasión que las personas corruptas puedan usar para acallar sus miedos despertados y llevarlos a seguir complaciendo este hábito pernicioso, cualquiera que sea su pretensión, son sus enemigos y los agentes del Diablo. La virtud y la pureza son de gran valor. Estos preciosos rasgos son de origen celestial. Hacen de Dios nuestro Amigo, y nos unen firmemente a Su Trono.
Satanás está controlando las mentes de los jóvenes, y debemos trabajar resueltamente y fielmente para salvarlos. Niños muy pequeños practican este vicio, y crece sobre ellos y se fortalece con sus años, hasta que cada noble facultad de cuerpo y alma es degradada. Muchos podrían haberse salvado si hubieran sido instruidos cuidadosamente con respecto a la influencia de esta práctica en su salud. Ellos eran ignorantes del hecho de que estaban trayendo mucho sufrimiento sobre ellos mismos. Niños que tienen experiencia en este vicio parecen estar embrujados por el Diablo para que puedan transmitir su vil conocimiento a otros, incluso enseñando a niños muy pequeños esta práctica.
Madres, no podéis ser demasiado cuidadosas para evitar que vuestros hijos aprendan malos hábitos. Es más fácil aprender el mal que erradicarlo después de haberlo aprendido. Los vecinos pueden permitir que sus hijos vayan a vuestra casa a pasar la tarde y la noche con vuestros hijos. Aquí hay una prueba y una elección para vosotras: correr el riesgo de ofender a vuestros vecinos al enviar a sus hijos a su propio hogar, o gratificarlos, y permitirles que pasen la noche con vuestros hijos, y así exponerlos a que sean instruidos en ese conocimiento que sería una maldición de toda la vida para ellos.
Para evitar que mis hijos se corrompan, no les he permitido dormir en la misma cama, ni en la misma habitación, con otros niños, y, según la ocasión requirió cuando viajaban, les hice una sencilla cama en el piso, en vez de dejarlos pasar la noche con otros. He intentado evitar que se relacionen con niños groseros y descorteses, y les he presentado incentivos para que su trabajo en el hogar fuera alegre y feliz. Manteniendo sus mentes y manos ocupadas, han tenido poco tiempo o disposición para jugar en la calle con otros niños y obtener una educación en la calle.
Mi desgracia, que ocurrió cuando tenía unos nueve años, arruinó mi salud. Consideré esto como una gran calamidad, y murmuré por eso. Al pasar unos años, vi el asunto de manera diferente. Luego lo he considerado como la luz de una bendición. Y así lo considero ahora. Debido a la enfermedad, fui mantenida alejada de la sociedad, lo que me preservó en dichosa ignorancia de los vicios secretos de los jóvenes.
Después de ser madre, fue debido a las confesiones de lecho de muerte privadas de algunas mujeres, que habían completado la obra de la ruina, que me enteré por primera vez de que tales vicios existían. Pero no tuve una comprensión correcta de la magnitud de este vicio y la destrucción de la salud causada por él, hasta un período aún posterior.
Los jóvenes se entregan hasta un punto bastante extendido en este vicio antes de la pubertad, sin experimentar en gran medida los malos resultados sobre la constitución. Pero en este período crítico, mientras se fusiona con la virilidad y la feminidad, la naturaleza les hace sentir la violación de sus leyes.
Cuando la madre ve a su hija lánguida y desanimada, con poco vigor, fácilmente irritada, cuando comienza a hablar repentina y nerviosamente, se siente alarmada y teme que su hija no pueda alcanzar la feminidad con una buena constitución. La releva, si es posible, del trabajo activo, y consulta con ansiedad a un médico, que le prescribe tratamiento sin hacer indagaciones y sugiere a la madre desprevenida la causa probable de la enfermedad de su hija. Pero la indulgencia secreta es en muchos casos la única causa real de las numerosas quejas de los jóvenes. Este vicio está desperdiciando las fuerzas vitales y debilitando el sistema, y hasta que el hábito, que produjo el resultado, se interrumpa, no puede haber una cura permanente. Y relevar a los jóvenes del trabajo saludable es el peor curso posible que los padres pueden seguir. La vida de los jóvenes es entonces sin rumbo, la mente y las manos están desocupadas, la imaginación activa, y se dejan libres para entregarse a pensamientos que no son puros y saludables. Esto les da la oportunidad de una indulgencia más libre en ese vicio que es la base de todas sus quejas.
Es un crimen por parte de las madres permitirse permanecer en la ignorancia con respecto a los hábitos de sus hijos. Si son puros, mantenedlos así. Fortaleced sus mentes jóvenes y preparadlas para detestar este vicio que destruye el alma y la salud. Protegedlos de contaminarse asociándose con todo compañero joven, así como deberían hacerlo unas madres fieles. Guardadlos, como joyas preciosas, de la influencia corruptora de esta época. Si estáis en una situación de manera que no se puede evitar siempre su relación con otros jóvenes, permitid que visiten a vuestros hijos solo en vuestra presencia, y en ningún caso permitid que estos compañeros se alojen en la misma cama, ni en el mismo cuarto. Es mucho más fácil prevenir un mal que curarlo después.
Si vuestros hijos practican este vicio, pueden estar en peligro de recurrir a la falsedad para engañaros. Pero, madres, no debéis tranquilizaros fácilmente y cesad vuestras investigaciones. No debéis dejar que el asunto descansar hasta que estéis completamente satisfechas. La salud y las almas de aquellos que amáis están en peligro, lo que hace que este asunto sea de la mayor importancia. La vigilancia decidida y la indagación profunda, a pesar de los intentos de evadir y ocultar, generalmente revelarán el verdadero estado del caso. Entonces, la madre debe presentarles fielmente este tema en su verdadera luz, mostrando su tendencia degradante y descendente. Intentad convencerlos de que la indulgencia en este pecado destruirá el respeto propio y la nobleza de carácter; arruinará la salud y la moral, y su mancha sucia borrará del alma el amor verdadero por Dios y la belleza de la santidad. La madre debe continuar con este asunto hasta que tenga suficiente evidencia de que la práctica ha llegado a su fin.
El curso que la mayoría de las madres prosiguen al educar a sus hijos en esta época peligrosa es perjudicial para sus hijos. Prepara el camino para hacer su ruina más segura. Algunas madres, con sus propias manos, abren la puerta e invitan virtualmente al diablo, permitiendo que sus hijas permanezcan en holgazanería, o lo que tampoco es bueno, pasar el tiempo tejiendo o bordando, y emplean a una criada para hacer las cosas que sus hijas deberían hacer. Les permiten visitar a otros jóvenes amigos, formar sus propias relaciones (con jóvenes) e incluso salir de la vigilancia de sus padres a cierta distancia de su hogar, donde pueden hacer todo lo que les place. Satanás toma ventaja de todas esas oportunidades, y se hace cargo de las mentes de estos niños a quienes las madres exponen ignorantemente a sus artificiosas trampas. Debido a que esto era habitual hace treinta años con una seguridad comparativa, no hay motivos para seguir haciendo lo mismo hoy. El presente no puede ser juzgado por el pasado.
Las madres deben llevar a sus hijas a la cocina y darles una educación completa en el departamento de la preparación de comida. También deberían instruirlas en el arte de la costura práctica. Deben enseñarles cómo cortar prendas de vestir de manera económica y arreglarlas cuidadosamente. Algunas madres, en lugar de tomarse este problema, de instruir pacientemente a sus hijas inexpertas, prefieren hacerlo todo ellas mismas. Pero al hacerlo, abandonan las ramas esenciales de la educación y cometen un gran error contra sus hijas; porque después en la vida ellas (las hijas) sienten vergüenza, debido a su falta de conocimiento en estas cosas.
Las madres deben educar a sus hijas con respecto a las leyes de la vida. Las hijas deben ser ayudadas a comprender su propia constitución y la relación que sus hábitos diarios de alimentación, bebida y los hábitos cotidianos, tienen con la salud y una sólida constitución (del organismo), sin la cual las ciencias no serían de gran utilidad.
La ayuda de las hijas, que ellas pueden ofrecer ayudando en la cocina, a menudo hará tanta diferencia en el trabajo de la madre, que demostrará no solo un ahorro de gastos, sino un beneficio continuo para las mismas niñas, al ofrecerles la ocasión de trabajar bajo la influencia directa de su madre, cuyo deber es instruir pacientemente a los seres queridos asignados a su cuidado. También se cerrará una puerta contra mucho mal, que una empleada puede traer a una familia. En unos días esa puede ejercer una gran influencia sobre los hijos de la familia e iniciar a sus hijas en la práctica del engaño y el vicio.
Los niños deben ser instruidos desde sus primeros años para que sean útiles y compartan las cargas de sus padres. Al hacer esto, hijos e hijas pueden ser una gran bendición para aligerar las tareas de la madre cansada. Mientras los niños estén involucrados en el trabajo activo, no tendrán tiempo de inactividad a su disposición, y tendrán menos oportunidades de asociarse con compañeros vanos, habladores e inadecuados, cuyas malvadas comunicaciones podrían arruinar toda la vida de una niña inocente, corrompiendo sus buenos modales.
El trabajo activo dará poco tiempo para invitar las tentaciones de Satanás. A menudo pueden estar cansados, pero esto no les perjudicará. La naturaleza restaurará su vigor y fuerza en las horas de sueño, si sus leyes no son violadas. Y la persona completamente cansada tiene menos inclinación por la indulgencia secreta (la masturbación). Las madres se dejan engañar con respecto a sus hijas. Si las niñas trabajan, y luego parecen lánguidas e indispuestas, la indulgente madre teme haber sobrecargado a su hija, y resuelve de ahora en adelante aliviar su tarea. La madre lleva la cantidad extra de trabajo que debería haber realizado la hija. Si se conocieran los hechos verdaderos en el caso de muchos, se vería que no era el trabajo el causante de la dificultad, sino los hábitos erróneos los que postraban las energías vitales y les provocaban una sensación de cansancio y de gran debilidad. En tales casos, cuando las madres relevan a sus hijas del trabajo activo, al hacerlo así, las abandonan prácticamente al ocio, a reservar sus energías para consumirlas en el altar de la lujuria. Las hijas quitan los obstáculos, dando a la mente libertad para correr en una dirección equivocada, donde seguramente ellas podrán llevarán a cabo la obra de auto-ruina.


  en Burgos,
06.01.2018

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